martes, 25 de octubre de 2011

Existir

Creer,soñar,existir
escuchar tus latidos
amar,ser,
cerrar tus ojos,
existir,ser,exisitir y dejar de ser
vivir,soñar,soñar,existir
existir y ser,ser y vivir
vivir y amar
amar es odiar
siente el dolor,siente mi dolor
ódialo,ódiame
destrúyelo,destrúyeme
ámame,muere
ábreme en canal
y métete dentro
siénteme,siéntete
deja de existir
quédate conmigo
y quema el resto

Alicia Missterror


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viernes, 21 de octubre de 2011

Ira.Parte II- Y la tierra se abrió

En la furgoneta,con la pequeña Sally,Max sintió que era el ser mas enorme de la Tierra,¿qué tenía aquella chica que había despertado el alma aletargada de un ser tan oscuro como James?
Max era el único hombre capaz de mirar al resto del mundo desde la mas absoluta y fría distancia y la vez ser una hoguera en el océano.Max y Sally,Sally y Max

Max llevaba a Sally hasta su apartamento.En ese momento no tenía nada que hacer y no le apetecía nada tener que estar dando vueltas bajo el asfixiante calor de tan árido pueblo.
"Cuando termine James ,ya me llamará.Conozco a ese jodido perro y se que se va  a dar prisa"-pensó Max.
Sally seguía callada,había subido lospies al asiento de la furgoneta y se recogía los tobillos con delicadeza mientras apoyaba la cabeza sobre sus rodillas.Max miraba de reojo la escena y sintió de nuevo la pulsión del deseo mas insano,si no hubiera hecho tanto calor,habría parado en ese mismo momento la furgoneta,en medio de la carretera y sin concesiones habría "amado" hasta la agonía de nuevo a la bailarina.Pobre Sally,ingenua Sally,atormentada Sally,en esta coreografía estaba sola,no podía haber nadie que la siguiera,ni en tres minutos,ni en una maldita eternidad.

Sally nunca fue consciente de todo lo que regalaba,de todo lo que tenía dentro y de todo lo que la gente que había ido conociendo a lo largo de su vida,le había arrebatado.Sally era libertad,y en Sunshine no había nadie libre,absolutamente nadie.Esa cuidad era el pozo de la desidia,la infelicidad,la misantropía,el odio y la ira,y todos los habitantes de Sunshine vivían en lo mas profundo de ese pozo y allí lo respiraban todo.

Para Sally,todo el amor de este mundo nunca fue suficiente...

El apartamento de Max era terriblemente impersonal.No había decoración ,no había cuadros,no había fotografías,los muebles eran pocos y baratos,pero tenía tres katanas en una vitrina a las que tenía especial aprecio.
Sally pidió ir al baño.
-Está al fondo,nena.Y de paso lávate un poco,todavía apestas a James!-le dijo Max con un tono de desprecio absoluto.
Sally comenzó a caminar por el pasillo,una lágrima le corría por la mejilla y cuando llegó a sus labios,ella sacó la lengua y lamió la gota mas salada que nunca había salido de sus tristes ojitos.
Los pensamientos iban muy deprisa,corrían como un guepardo de caza.Con esa sensación de vértigo era imposible tomar una decisión correcta,así que dejó que el destino pensara por ella.Ya estaba en la jaula y solo faltaba que alguien cerrara la puerta ,para quedar atrapada durante toda la eternidad,así que simplemente alivió sus necesidades fisiológicas y se lavó obedientemente en la ducha.Se secó con la única toalla que había en aquel estrecho baño y sintió de nuevo el aroma de Max por todo su cuerpo.James se había ido,pero Max...Max estaba mas presente que nunca.Max y Sally,Sally y Max

Se miró en el espejo.Sally ya no estaba allí,la había abandonado,la había dejado sola.Se arregló el pelo,porque,por raro que parezca,quería volver al salón sintiéndose una mujer bella,a lo mejor así podría ganarse al Diablo para salvarse del Infierno
¿Quién eres tú,princesa?,¿qué escondes?,¿por qué haces que Dios y el Demonio bailen juntos?
Max esperaba respuestas,Sally simplementele dijo,atravesándole con la mirada:"Acaba conmigo guardián.El Infierno está en la Tierra"
Y el ángel cayó,y le fueron arrebatadas sus alas,y Max no tuvo mas remedio que bañarse en su sangre.

Max, sentado en una silla al lado de la ventana y fumando uno de sus puros favoritos, cortesía como no, del Sr. Thorton, clavaba la mirada en la lejanía de la silenciosa noche de Sunshine suplicándole al destino que el mustang de James, apareciera de la nada. Sally estaba a su lado, sentada en una vieja butaca de cuero junto al televisor. –Enciende la tele socia, -interrumpió Max al silencio- tanta calma me está poniendo nervioso (algo raro, pues él nunca se ponía nervioso). Sally obedeció. Se levantó de la butaca, su carne, húmeda después de eternos minutos en contacto con el cuero, se despegó de su reposo y el sonido fue como una invitación para Max, quien devoró el trasero de la chica con la mirada mientras ésta encendía el viejo televisor. –Quítate de en medio, ¿o te crees que eres transparente?- Sally obedeció. –ven aquí, siéntate conmigo- se acercó hasta Max con sorprendente tranquilidad dadas las circunstancias y se sentó sobre las piernas de éste. –buena chica, ¿te gustan los puros? –no, prefiero los cigarrillos, esos que son mas finitos, ¿sabes a los que me refiero?- Max quedó sorprendido por su respuesta, por su pregunta, por su tono, era como si ella ya no le tuviese miedo, tan natural, tan segura, tan cercana. Tras dudar unos segundos, contestó mientras la sujetaba fuerte por la cintura: -se a los que te refieres, pero yo solo tengo puros, así que o lo tomas o lo dejas, es todo lo que puedo ofrecerte- lo tomo- dijo ella mientras le quitaba el puro de la mano y se lo llevaba a la boca.

Para Max, aquello fue una sensación nueva, como caminar descalzo sobre un campo de espinas afiladas y contradictoriamente, sentir el mayor de los placeres mientras sus pies eran desgarrados sin piedad por el deseo. No recordaba la última vez que una mujer se acercó a él de aquella manera, sin miedo, sin horror en sus ojos. Era increíble, era inesperado, allí estaba ella sentada en su regazo fumándose uno de sus puros, compartiendo con él algo mas que el asqueroso olor de aquel cigarro, compartiendo el calor de su cuerpo, tan lejos pero tan cerca, de su presencia, cálida pero helada, de su compañía, breve pero mas intensa e incandescente que la mas grande llama del infierno. Max apretó con más fuerza, como si no quisiera que aquel momento terminase nunca, como si tuviese la seguridad de que, en el resto de su vida, no habría otro momento como ese. No solo me has arrancado las alas, también las has devorado en mi presencia.

En otras circunstancias, en otro momento, en otro lugar, Max lo habría dejado todo por alguien como ella, habría desterrado a la bestia inmunda, al monstruo sádico de su interior al más profundo de los abismos, más allá de los confines de la tierra, por ella, por seguir caminando sobre los espinos. Pero no ahora, por que ella no le pertenecía, ella ya tenía dueño y sabe el diablo, que Max moriría y mataría por su socio, la palabra de James era ley para él y jamás, aunque el jodido planeta se derrumbase bajo sus pies, quebrantaría el deseo de aquel, que tantas veces le había salvado el pellejo, de su socio, de su amigo, de su hermano. Para Max, Sally ya no era una víctima, un pedazo de carne más con el que jugar, con el que saciar sus mas oscuras perversiones, ni siquiera era una mujer, tan solo era algo valioso que proteger de forma incondicional, ante cualquiera y ante cualquier cosa. –Levántate- exclamó mientras se frotaba el cabello con fuerza y le quitaba el puro de la mano con violencia- Sally obedeció. Sus sinuosas carnes volvieron a acariciar el cuero y Max se metió en el baño para enfrentarse a su propio reflejo frente al espejo justo antes de cerrar la puerta con brusquedad. –ven pronto socio, la eternidad es mucho tiempo y no puedo resistirme por siempre a bailar con las musas- abrió el viejo grifo oxidado, quien entre gritos de agonía, liberó para él un tenue hilo de lágrimas negras con el que Max se lavó la cara intentando aliviar su irritada lealtad.

Después, apoyado con las manos sobre la puerta, aquel viejo trozo de naturaleza muerta, era lo único que le separaba de las mas absoluta de las traiciones, de la mas irresistible de las perversiones, del mas oscuro de los deseos –ven pronto socio.

Sally seguía inmóvil ante el televisor. En las noticias locales, el hombre del tiempo anunciaba un extraño fenómeno, la luna llena podía verse en el firmamento de Sunshine, algo común en cualquier otro lugar del planeta, no allí. La luna había perdido la timidez. Un brusco golpe en la puerta desvió la atención de Max, quien seguía refugiado en el servicio. A éste le siguió otro, alguien estaba aporreando la puerta del apartamento. Max salió raudo y veloz, sacando la pistola de la parte de atrás del pantalón. –no hagas ruido, quédate quieta- le susurró a Sally, notablemente nerviosa. Max se acercó con sumo silencio hasta la puerta y miró por la mirilla. No había nadie fuera, el pasillo parecía desierto. –Quédate aquí preciosa, no te muevas- fueron sus palabras antes de abrir la puerta con cautela y asomarse al exterior, asomarse a lo desconocido.

El pasillo estaba oscuro, apenas respiraban vida un par de luces, por lo que la oscuridad campaba a sus anchas. Max miró a ambos lados, no había nadie, no había nada. Pero no bajaba el arma, dicen que el mal reconoce al mal. Max, sabía que algo no iba bien y mientras seguía dialogando con sus instintos, Sally, deslizaba con diabólica sutileza su delicada mano sobre una de las katanas de Max para acercarse a él por detrás cual serpiente venenosa.

Sally puso la mano sobre el hombro de su socio mientras en la otra blandía la hoja -¿ves algo socio?- ¿Qué estás haciendo?, te dije que te quedaras dentro- tranquilo Max, solo quiero ayudar, confía en mi. Tras ésto, las agónicas luces cruzaron el umbral y la oscuridad se lo tragó todo. –Entremos, se apresuró Max, cerrando la puerta y corriendo la vieja cadena de metal del seguro.

-¿Qué pasa Max? ¿porqué saliste?
-¿Porqué? ¿Acaso no escuchaste los golpes? Hay alguien ahí fuera- replicó exaltado sin soltar el arma.
-¿golpes?¿que golpes?

No había golpes,solo las campanas que tañían al son de la mas absoluta de las psicosis-
Tan tan tan,tres campanas
Max seguía inquieto,Sally le agarraba el brazo,intentaba tranquilizarle,los papeles se habían cambiado,sería cosa de esa luna llena que se acercaba...Sally solo tuvo que abrir su mano para que Max encontrara la mas reconfortante de las sensaciones.
Se sentaron de nuevo,esta vez lo hicieron en un sofá con la tapicería mas desgastada que nunca había visto Sally.Estaban los dos rozándose,sintiéndose levemente,experimentando el cosquilleo que produce el saber que el otro está allí y que podría ser tuyo con una sola mirada,pero ellos no se miraban.
Sally había dejado la katana en la mesa de al lado,tenerla cerca era el escudo protector que le hacía agonizar menos.Max había vuelto a dejar la pistola dentro de su pantalón,muy cerca de su otro arma.

-¿En serio que no has oído nada? ¡venga zorra,no mientas!-Le dijo Max a Sally sin mirarla.
-Solo te he oído a tí cielo,solo a tí
-¿De verdad que crees que esa mierda te va a funcionar?Muñeca,a mi no me vas a engañar,yo no soy un pelele-Max seguía sin mirarla
-No,la verdad es que no me funciona,pero es que tú nunca me miras a los ojos,no puedes-le dijo Sally con su aterciopelada voz.
Max se lo tomó como una provocación y él era todo menos cobarde,así que la miró tan fijamente a los ojos,que la noche cayó de repente y la oscuridad entró triunfal y un solo foco les iluminaba,era la lujuria,que con su destello providencial,les bañaba en luz,la luz de sus propios cuerpos.
Sally aguantó la mirada y sonrió,con la sonrisa mas bonita que jamás había visto la podrida cuidad de Sunshine.
Socio ven pronto,llega ya...tentanción,tentanción,tentación
Se miraron a los labios,ella se los humedeció y él notó esa humedad en el alma,aquel alma que una vez los cuervos le habían arrebatado
James,lo siento.
Juntaron sus labios,murieron juntos en ese instante.La sombra de la culpa,el miedo y la desesperación fue tan visisble que era imposible apartar los ojos de ella.Probablemente,aquel fuera el beso mas sensual que nunca habían recibido ninguno de los dos.Los labios eran vida y las lenguas,las serpientes que la arrebataban.
Sally se recostó sobre él y él se tumbó un poco más en el sofá.Sally acariciaba su pelo y le tocaba la cara,Max la agarraba por la cintura y por el cuello.Max sentía todo de forma tan desmedida que se olvidó de su socio,en ese momento supo que él también mataría y moriría por ella.
Max,con los ojos cerrados,sin querer volver a abrirlos al mundo,acariciaba suavemente la espalda de Sally y bajaba,y bajaba...Sally también bajaba y bajando por su pecho,sintió que le abrasaba la existencia.
Max seguía con los ojos cerrados,sintiendo la calma,dejando de estar alerta.Sally,con la pistola en la mano.
Tan tan tan,tres campanas

Sally separó sus labios de los de Max,descosiendo la poca compasión que le quedaba,dejando los hilos de la piedad en aquel sofá descolorido,y con mano firme,que para eso ella era la reina del baile,asestó un golpe tan fuerte con la empuñadura del arma,en la sien de Max,que el propio Dios jugó a ser hombre.
Max dejó caer la cabeza hacia atrás,mientras la sangre corría veloz hacia adelante.
Max,herido de muerte,dormía mientras el mundo se derrumbaba.
Sally,antes de irse,marcó a Max con el filo de la katana,un pequeño corte en el torso...No hay nadie libre en Sunshine.Tu única dueña,soy yo.

Ira,avaricia,pereza,envidia,gula,soberbia y lujuria.Todos los pecados danzaban en aquella habitación.El amor no existe.

Sally cerró la puerta,tan fuerte como pudo,al irse.Se llevaba lo mejor de Max...también se llevó su pistola y su teléfono móvil.

Cógelo Alice,cógelo,por tu puta vida Alice,descuelga-pensaba Sally al oir los tonos en el teléfono.
-¿Si?-Alguien había descolgado,alguien que no hablaba,solo susurraba,no quería que la oyera nadie más.
-Alice,soy Sally,tienes que ayudarme,estoy metida en un lío indescriptible.
-Sall,no.
-Alicie,joder,nunca te he pedido nada...
Alice era lo mas parecido a una amiga que tenía,pero la amistad es tan frágil...incluso,aunque se hubieran acostado bastantes veces juntas.
-Sall,escucha,llevo unas cuantas horas sin poder salir,él me ha encerrado.
-¿Y tienes el teléfono y no has hecho nada?LLama a la puta policia y sal de allí!
-No voy a hacer nada,solo me quedaré esperando.La noche está cayendo.
-No lo entiendes Ali,Tony está muerto!
-¿Qué ?¿Cuándo ha muerto?
-Hace ya tres días,está en el maletero de mi coche,aparcado enfrente de la puerta de "La eternidad"
-Y tú ¿dónde estás?
-Lejos...me encontré con los pistoleros de Thorton y bueno...que me reventaran a polvos fue lo menos agonizante que me pudo pasar...
-En Sunshine no hay nada que no muera-dijo Alice mientras se escuchaba a lo lejos una voz de hombre que gritaba "Ven aquí ,puta"-Sall,tengo que colgar,él viene a por mí
-No lo entiendes Alice...Nadie lo sabe,pero Mike lleva ya una semana en Sunshine...
Ni siquiera se despidió.Alice colgó,el dolor colgó con ella.

Sally guardó el teléfono y se dirigió hacia "La Eternidad"...Sally,Sally,Sally,sal para mis herdidas,cúramelas Sally,cicatrizame.

Tan tan tan,tres campanas

Si el cielo se cayera a trozos, no podría estar más sorprendido. Max recuperó la consciencia, bueno, la consciencia no, el conocimiento. Miró a su alrededor confundido para comprobar que Sally se había marchado, se la había jugado. Se echó la mano a la cabeza y notó la humedad de su traición, la sangre que le chorreaba por la nuca había provocado una llamativa mancha en el sofá. –maldita zorra traicionera, este es mi sofá favorito- exclamó mientras se llevaba la mano impregnada de sangre a la boca, quería comprobar si ésta, sabía tan bien como la última vez que la probó. Efectivamente. Max se estuvo relamiendo como un gato en celo con su propia sangre mientras intentaba aclarar un poco las ideas, estudiar cual debía ser su próxima jugada. Aquella bruja no solo le había robado el orgullo, también su vieja pistola y una de sus katanas y eso, si que no tenía perdón posible. ¿Que diablos le diría James si descubriera que se le había escapado la chica? No quería comprobarlo. Por ello, se acercó hasta el dormitorio y metió la mano debajo del viejo y sucio colchón en el cual, había perpetuado tantas y tantas atrocidades, satisfecho tantas y tantas perversiones. De debajo, sacó un viejo rifle de cazador con mirilla telescópica –ven con tito Maxwell –dijo mientras se acariciaba la entrepierna con la culata.

La furgoneta estaba aparcada justo en la puerta, aquella zorra con las prisas y el pánico, ni siquiera se había parado a intentar a arrancarla, era como si todo estuviese meticulosamente orquestado por una fuerza superior, para que la caza llegara a buen puerto y Max no dijo que no a semejante proposición, él jamás dejaba escapar una buena oportunidad cuando se le presentaba. Se montó en la furgoneta dejando el rifle en el asiento del acompañante y aceleró hacia las profundidades de la noche, estaba seguro de que Sally no podía haber llegado muy lejos, aquella zorra tenía que estar hecha polvo después del tute que le habían dado él y James durante todo el día. Mientras conducía, no podía dejar de pensar en la manera en la que Sally le había tomado el pelo, en la forma en que le había manipulado –te haces mayor socio- intentaba justificarse a él mismo mientras abría la guantera y rebuscaba en el interior para sacar una vieja cinta de casette. “Today is a good day to die” de “Leprosy”, su vieja banda de rock, sonó mas atronadora que nunca en medio del silencio de la noche. Diablos, si había algo en aquellos bosques, si las leyendas que le explicaron de niño, tenían algo de ciertas, por todos los demonios del averno que tenía que haberse despertado con aquella música atronadora.

Viajando al fin de la noche, con la botella de Shark entre las piernas, Max sabía que la única forma de limpiar su malherido orgullo, era ajustar cuentas con aquella maldita fulana, James tendría que buscarse otro juguete para jugar a las casitas, por que Sally murió en el momento que lo traicionó. Ahora, ella era su juguete, su maldita muñeca de trapo a la que destripar por el mero placer de hacerlo y la oportunidad, no tardó en presentarse. Sally se arrastraba en la lejanía como un puto muerto viviente, exhausta, por el arcén de la carretera y no se percató de la presencia de su cazador, quien hábil como pocos para aquellos menesteres, desaceleró la furgoneta con maestría mientras conducía el volante con su mano izquierda y acariciaba el rifle con la derecha. Ahora si, Sally era toda para él solito, ya no tendría que compartirla con nadie nunca mas.

La furgoneta se detuvo y de ella bajó la venganza, orgullosa como pocas veces se había visto antes. Había disfrutado mucho con aquella pobre alma, pero nada era comparable a lo que sentía en aquel momento, aquello era algo mucho mas íntimo, la relación presa cazador era el vínculo mas fuerte del universo para Max y la luna desnuda, sería testigo de ello. Max alzó el rifle y apunto a la chica, la cual seguía intentando alejarse de sus miedos, pero también de sus mas oscuros e inconfesables deseos, de sus mas profundos anhelos.

El dedo apretó el gatillo y un pedazo de muerte cortó el aire para reventar una de las rodillas de Sally, quien entre el mas terrible de los sufrimientos, se derrumbó sobre el suelo igual que se derrumban los sueños rotos, quedando tendida en medio de los matorrales. Max se montó de nueva en la furgoneta y se acercó con ella hasta Sally. –Lo siento suplicaba la chica, lo siento- repetía una y otra vez mientras miraba a Max con ojitos de cordero degollado. –Esta vez no te va a funcionar pequeña, no suelo tropezar dos veces con la misma piedra, aunque sea una tan bonita como tu- Max la cogió por el tobillo de la pierna herida y la arrastro hasta la parte de atrás de la furgoneta. Del maletero sacó una gruesa cuerda con la que ató aquel delicado tobillo al parachoques trasero del vehículo. Justo después, se agachó y le susurró algo al oído: ha sido un bonito baile y tú, has sido una fantástica reina, pero la eternidad, es demasiado tiempo para mi. La besó en la frente y acto y seguido subió a la furgoneta, para conducir de nuevo a casa.

Las campanas se habían quedado mudas.

Max desató el cuerpo destrozado de Sally y lo arrastró hasta el interior de su apartamento, mientras la cabeza de la flor marchita, se golpeaba con desidia contra los viejos y sucios escalones. En el interior, la sentó en la butaca de cuero, ella aún mantenía un soplo de vida entre toda aquella carne ensangrentada y desgarrada hasta los huesos. -¿Quién va a quererte ahora?- preguntó con tono burlón mientras le apretaba las mejillas, o por lo menos, lo que quedaban de ellas. Ella, no obstante, mantenía las fuerzas justas para mirarle con aquellos ojitos suyos que un día le habían cautivado, intentando utilizar la última arma que le quedaba. No funcionó. Max sacó su navaja del bolsillo y tras sujetar con fuerza la cara de Sally, la introdujo en su ojo derecho, hurgando profundo, cavando profundo sin miedo ya a quemarse, pues todas las cartas estaban echadas. Le arrancó el ojo de cuajo mientras la chica gastó su último aliento de vida en vomitar un último grito de dolor. Max se metió el ojo en la boca, lo masticó y se lo escupió a la cara. –bueno preciosa, me parece que este baile ha terminado-.

También se habían quedado ciegas.


El teléfono de Max no paraba de sonar,James estaba perdiendo los nervios por completo.En Sunshine nadie desaparece,solo se esconden,se esconden hasta de la propia muerte.Max,reza porque la muerte te encuentre antes que yo

James fue a casa de Max para recoger a su querida Sally.No vió la furgoneta aparcada.
Max había salido a celebrar que ya no oía campanas en su cabeza.
Había dejado lo que quedaba de Sally en la butaca de cuero,"quiero que cuando vuelva estés aquí,¿me esperarás,cariño?",había dicho en voz alta antes de cerrar la puerta y marcharse riendo.
Lo primero que hizo fue llamar a James,quería explicarle lo sucedido,seguro que lo iba a entender,pero James no contestaba,esa aversión por contestar al teléfono exasperaba a Max,aunque si no había dado señales de vida aún,seguro que era porque estaba en "La Eternidad" bebiendo hasta reventar,así que hasta allí se dirigió.

-Abre Max!!-gritaba James aporreando la puerta del apartamente de Max.James no sabía hablar,James solo gritaba,James solo ordenaba,James solo amenazaba.Abre de una puta vez!!-volvió a repetir
Jodido bastardo,nunca está en casa...pensaba mientras sonreía hacia sus adentros.
Se iba a marchar cuando advirtió un pequeño reguero de sangre que se adentraba en el apartamento,¿cómo no lo vi al entrar? (No lo viste James porque solo puedes pensar en Sally.Sally y James,James y Sally)
No le hizo falta mas de una segundo para echar la puerta abajo y sacar su pistola.Entraba despacio,con cautela,sudaba adrenalina,si le ha pasado algo a Max...En el piso no se oía ningún ruido,siguió los pequeños charcos de sangre hasta el salón y allí se encontró la esperpéntica visión:Sally sentada en la silla,enfrente de la tele,con las piernas abiertas,una rodilla totalmente destrozada y su cuerpecito hecho una masa sanguinolenta de carne,huesos,músculos y mucha IRA.Un ojo desgarrado en el suelo y un dolor insoportable en el pecho de James,quien se convirtió en ese momento en el ser mas despiadado de todo Sunshine,porque podría haber acabado con el universo entero con un solo chasquido de dedos,porque James había jurado por su honor que arrancaría el corazón con sus propias manos a su socio y a todo aquel que se interpusiera en su camino,poque abrazó a Sally y le cayó una única lágrima que significaba el fin del mundo,porque a veces una mirada y una lágrima es mas poderosa y dolorosa que el mas atroz de los actos de tortura.
Sin duda,aquello llevaba la marca de Max y a Jamie,el pobre Jamie,le dolía tanto el alma que le costaba respirar.
Tomó lo que quedaba de la mutilada Sally en sus brazos y la metió en parte de atrás del propio coche de Sally,una broma del destino,porque en ese coche había tres muertos:Tony,Sally y el mismo James y nadie era consciente de la magnitud de aquel acontecimiento, y condujo hasta el viejo cementerio Haddonfield,donde la dejó descansar para siempre,si es que aquella hermosa y divina criatura alguna vez conoció el significado de la palabra descanso.Ahora es tu momento Sally,ahora sí eres libertad.James y Sally,Sally y James
No miró atrás,Sally solo fue un espejismo,Max era el ser mas muerto de Sunshine,y los muertos no deben caminar.Removería cielo y tierra para encontrarle y cuando lo hiciera,solo el mismo Satán sabría lo que iba a suceder.

Alice no fue al mercado aquel día.Ya no se acordaba de comer,hacía tiempo que se le olvidaban ese tipo de cosas,ella se alimentaba de pasión,dolor,posesión y amor y su dueño,una noche más,la había demostrado todo lo que la amaba.
Llamó a Sally tres veces al móvil,pero no hubo respuesta,solo silencio.A ella le gustaba el silencio,pero Sally...Sally siempre fue su chica favorita.La ingenua Sally,la bella Sally,la inconfesable Sally,necesito que estés bien princesa!Sally,necesito que estés bien,te necesito,aunque ni yo misma lo sepa
Recordó que la llamada de Sally,cuando la llamó,la dijo que tenía a Tony muerto en el maletero de su coche,aparacado en la puerta de "La Eternidad",así que hasta allí se fue.Al cielo y la tierra les gustaba frecuentar aquel lugar,así que si no la encontraba,seguramente habría alguien a quien preguntar.
Llegó y se hizo la dueña del lugar,Alice era como la visión del Infierno,era el Infierno mismo,víctima y verdugo,una serpiente con cara angelical,tan letal como adictiva.
No solía frecuentar aquel lugar,en realidad,no solía frecuentar ninguno,la gustaba quedarse con su dueño.Tenía un dueño tan temible como James y Max,de hecho,él también había sido uno de los sicarios de Thorton,hasta que encontró a Alice y la dijo que lo dejaría todo por ella,aunque en realidad,ella nunca supo qué había habido de cierto en aquella promesa.
A lo lejos,en la barra,vio a Max y recordó también que Sally había mencionado cómo él y su jodido amigo se habían divertido con ella.
Se había cruzado alguna vez con él,nada de importancia,todo el mundo le conocía en el pueblo y ella despreciaba a todo el mundo y no le temía a nada,solo así misma,así que se dirigió hacia él y le interrumpió cuando se servía su tercer vaso de whisky en menos de una hora.
Él estaba sentado y casi era de la misma estatura que ella de pie,pero si había algo que a Alice no le intimidaba eran los hombres altos.
-Busco a Sally-le dijo con tono grave
-¿Y tú quien eres?
Yo soy todo aquello que temes,pensó Alice
-Simplemente dime si la has visto hoy o no,sé que ayer estuvo con vosotros
-¿Y qué mas sabes,preciosa?
-Solo sé que me lo contarás todo


Mike buscaba el momento de salir de la habitación del motel Wallestein.Llevaba practicamente tres días encerrado,a solas con sus pensamientos,a solas con su vida,a solas con la falta de cualquier sombra de un sentimiento mínimamente humano.Mike era un ser sin compasión,un ser que desafiaba la lógica de la razón y que imponía su propia ley.Un arte atroz que dejaba un rastro de sufrimiento por donde quiera que pasaba,y Sunshine era una ciudad hecha a su medida,era su mundo,su vida,su muerte y su resurrección.
Mike había expiado sus pecados en esos tres días de encierro y en ese momento,había llegado la hora de buscar a la dulce Sally,la única mujer que le habia amado por encima del bien y del mal,por encima de la razón y la locura,por encima de la vida y la muerte,por encima de Sunshine...hasta que apareció Tony y se la quedó,como quien se queda el trofeo de otra persona y presume del esfuerzo que le costó conseguirlo.Sally y Tony jugaron a un juego extremedamente peligroso,y quien juega con fuego,tarde o temprano termina quemándose, Tony podía dar buena cuenta de ello.Mike todavía podía notar el olor de su piel abrasada en la nariz y guardaba con sumo celo y devoción la mirada de Sally cuando vio arder a Tony y a él encendiéndose un cigarro,con el mismo mechero con el que había encendido a su hermano.
No dejó que Tony muriera carbonizado,le apagó cuando sabía que tendría mas del 95% del cuerpo totalmente quemado y que el dolor sería insoportable,y se quedó observándole agonizar,mirándole fijamente a los ojos hasta que se marchó de este mundo sin despedirse.Agarró fuerte del brazo a Sally y la obligó a verlo todo,a empaparse de ese aroma,a sentir la piel pegajosa con aquel humo que no era mas que la piel de su amante.Luego la dió un beso en los labios yla dijo :"limpia esta mierda,tíralo donde quieras,pero que nadie sepa lo que ha pasado,si veo de nuevo el cuerpo de Tony en algún lugar de este maldito pueblo,puedes jurar por tu vida,preciosa,que te arranco las jodidas tripas y te obligo a comértelas".
Luego se marchó al wallestin con la sensación de haber terminado los deberes.
El momento de salir de la habitación,había llegado.

Esos ojitos tuyos me resultan familiares, ¿acaso sois parientes?- preguntó  Max mientras no dejaba de amar a su vaso de Shark.
- eso no es asunto tuyo, lo único que debes saber es que la busco.
- vaya, una chica dura. Nunca te había visto por aquí, lo recordaría (puedes contar con que  lo recordaría).
-voy y vengo, no suelo quedarme en el mismo sitio mucho tiempo… pero no he venido hasta aquí para hablar de mi vida con un vaquero bebido a las dos de la mañana, ¿que hay de Sally?- insistió la serpiente con piel de mujer mientras hacía auténticos malabarismos para esconder su lengua viperina.
A Max, le hubiese encantado contárselo absolutamente todo. Como la había secuestrado, violado, apalizado y finalmente, matado. Le hubiese encantado pavonearse de sus hazañas delante de la muchacha para demostrarle lo especial que era, de hecho, en ese mismo instante, le hubiese encantado darle una segunda oportunidad a Sally en las carnes de aquella yegua salvaje, violarla, matarla, quien sabe si amarla… y no necesariamente en ese orden, pero eso, no hubiese sido muy prudente en aquel momento y Max, era un tipo muy cuidadoso con los detalles, una mente fría y calculadora a la que no le gustaba cometer mas errores de la cuenta y algo en su interior, le decía que un error, un solo error con aquella chica, le podía costar muy caro.
-No la he visto desde esta tarde, tomamos unas cervezas y nos divertimos un rato por ahí, luego se marchó con mi socio James a explorar los diferentes senderos que ofrece el destino. Puedes esperarlos aquí conmigo, haciéndome compañía, no me gusta beber solo. ¿Qué me dices preciosa? ¿me vas a hacer compañía o vas a coger el primer tren que pase y me vas a dejar solo?
Alice dudó. Por supuesto, no creía ni una maldita de las mentiras de Max, sabía que de una forma u otra, estaba implicado en la desaparición de su dulce muñequita de trapo (Sally, mi dulce Sally, si te ha pasado algo, alguien tendrá que recompensármelo con sangre). No obstante, tampoco tenía muchas mas opciones, ese bastardo inmisericordioso llamado tiempo,  corría en su contra, pues su hombre, no iba a dormir para siempre y a él, no le gustaría despertarse y no encontrarla adorándole a su lado.
-De acuerdo, esperaré a tu socio y os haré un poco de compañía a tí y a tu vaso de whisky.
-whisky para la señorita- le exigió Max a Terry mientras le sonreía ingenuo a la serpiente.

Cada noche vengo a veros y cada noche me encuentro con vuestro silencio, me quemo, con vuestro silencio. James observaba el negro firmamento de Sunshine, buscando una mirada de complicidad entre las estrellas, pero éstas le habían dado la espalda. Sentado en una polvorienta lápida del cementerio Haddonfield, se preguntaba por que demonios había tenido que morir, por que demonios había tenido que matarla. Un cigarrillo, celoso por la falta de atención, agonizaba en su mano derecha mientras James no le quitaba ojo al montículo de tierra donde descansaba el cuerpo de Sally, futuro festín para los gusanos que tarde o temprano, reclamarían su trozo del pastel. Ahora tendrás toda la atención y toda la devoción que yo no he sabido… que yo no he podido darte. Supongo que nunca formamos parte del mismo mundo, de la misma realidad, nuestro encuentro tan solo se debió a una burla del destino y aquí, en Sunshine, no hay destino.

James dejó caer el agonizante cigarro sobre la arena muerta y terminó con su sufrimiento pisándolo con misericordia con su bota de piel. Se acercó al coche de Sally para cerrar la puerta trasera del coche  y dirigirse al encuentro de su socio, quien a estas alturas, de seguro estaría borracho como una puta cuba. Pero algo llamó su atención, con el olor a carne quemada de Sally que desprendía el asiento trasero, se entremezclaba algo más, otro olor, olor a muerte. James abrió el maletero. El hedor era insoportable en su interior, tan solo una vieja manta manchada de sangre intentaba ocultar la verdad universal. James tiró de ella, gesto que heló su sangre, pues lo que encontró debajo fue tan desagradable como inesperado. Era Tony, bueno, lo que quedaba de él al menos. Una amalgama de carne muerta con claros síntomas de descomposición y no menos evidentes signos de haber sido acariciado por las llamas del infierno. ¿Qué coño hacía el cuerpo del hijo de Thorton en el maletero de Sally? –Ahora si tenemos un problema- pensó. –ahora tenemos un problema de los buenos.

Cerró el maletero he hizo algo que ya debería haber hecho, mirar en la guantera. En ella, entre un puñado de objetos personales de Sally, encontró una nota arrugada con una dirección escrita con pintalabios, Jersey Street nº74. Conocía el barrio. Quizás podría ser un buen lugar para comenzar a buscar respuestas, pero ahora, lo primero era contactar con Max, este asunto era demasiado grande para él solo e iba a necesitar la ayuda de su socio. Dicen que la amistad, empieza con pequeños gestos y termina con grandes actos. Vamos socio, ahora te necesito más que nunca.

James aceleró dejando atrás el cementerio, sus sueños y las estrellas mudas. 140 km/h marcaba el cuenta kilómetros mientras la luna desnuda no le quitaba ojo al coche desde las alturas. A ésto, James seguía intentando contactar con su socio con el teléfono, rezando para que aun estuviera consciente y no tirado borracho por ahí junto a alguna fulana –coge el maldito teléfono Max- repetía una y otra vez en voz alta mientras la carretera parecía no tener fin y el horizonte, esquivo, jugaba al escondite entre la espesa niebla.

Ring, ring, ring…. -mira tu por donde, ahora resulta que me llama él- se decía Max para sus adentros mientras no le quitaba ojo a las formas de la serpiente, quien se volvía mas y mas seductora con cada vaso de whisky.
-¿no vas a contestar?- preguntó ella.
Max apagó el teléfono. –No, sería alguna puta que quería venderme algo. ¿Por donde íbamos preciosa?


-Necesito encontrar a Sally,es muy importante.No debería estar aquí perdiendo el tiempo contigo,observándote caer-le dijo Alice a Max con las mas perversa de las  miradas.
-¿Observándome caer?Aquí nadie ha caído de momento,pequeña
Alice sonrió.Eres un juguete en mis manos,puedo empezar a jugar cuando quiera.
-No creo que aguantes mucho mas el ritmo si sigues bebiendo así-le dijo acercándose a su pálida cara
Max apuró el vaso sin apartar los ojos de ella.Él tenía un sexto sentido para los problemas  y ,con toda seguridad,Alice no venía del Pais de las maravillas,Alice venía de un lugar mas lejano que el Infierno.Aún así,decidió participar en el pequeño circo que el destino tenía preparado para él,sin duda,había disfrutado mucho con la actuación de la bailarina,veríamos si la chica serpiente le hacía disfrutar tanto.
-Pues si no vamos a seguir bebiendo,no tiene sentido que sigamos en este antro,llevo ya mucho tiempo en la eternidad.
-¡Jodido bastardo! Me has dicho que Sally vendría con tu socio aquí ¿Y ahora quieres marcharte?,¿te has creído que yo soy una de las putas que te entreteniene?-dijo Alice elevando la voz,altiva,soberbia,sabiendo que lo mas probable era que Max la obsequiara con una bofetada que le partiera el labio por el atrevimiento,aunque,en realidad era lo que ella deseaba,lo que quería provocar.Necesitaba empezar a sangrar,porque la sangre,con sangre se paga.
Sin embargo Max,lejos de irritarse,apoyó los codos en la barra y sonrió con los ojos muy brillantes.
-Pues si no eres una puta,¿quién eres?-la dijo aún con la sonrisa burlona en los labios.
-Soy el mal Max,soy el mal.
Max arrancó en una carcajada y se levantó por fín de aquel asiento que ,en La Eternidad,llevaba su nombre.Cuando lo hizo,la obligó a mirar hacia arriba.Él se agachó (oh señor,él adoraba esa sensación de inmensidad,mirar desde arriba le fascinaba,le hacía sentir indestructible) y la dijo suavemente al oído:
-Pues si todo lo que tienes para mí es éso,te has equivocado de hombre.Puede que tú no seas una puta,pero yo tampoco soy una marioneta.La diferencia entre tú y yo,es que yo tengo algo que tú quieres y me temo que tú no tienes nada que me interese.
En ese momento,Alice se juró a sí misma que Max se arrodillaría ante ella pidiendo clemencia,una clemencia que ella jamás había conocido.
La herida escocía y los ojos la estaban cambiando de color,ya no eran verdes,se estaban volviendo negros,vacíos,sádicos,se estaban llenando de sangre,se volvieron completamente rojos.
Ahora estoy segura de que si alguien le ha hecho daño a Sally,ése has sido tú.Dos mundos acaban de chocar y tú estás en medio,Max-pensó Alice
Alice agarró del cuello de la camisa negra a Max y lo empujó hacia ella,sacó su lengua de serpiente y la pasó por los labios del hombre,dejándole todo el veneno en ellos.
-Sácame de  aquí,llévame donde quieras,llévame con Sally-susurró Alice
Max se lamió el veneno y sintió que se le nublaban todos los sentidos,la saliva de aquella zorra era absolutamente deliciosa y quería más,quería bañarse en ella.
Sintió un deseo tan intenso que la tierra se abrió y se tragó a Sunshine entero.

Cristo baja de la cruz,ella morirá por salvarnos a todos
"Crucifícame Max",parecía oir él entre susurros,en un idioma que desconocía y que sin embargo entendió a la perfección.
Dios ha muerto,dios ha muerto,dios ha muerto.Alice,tú destruirás el mundo.

La agarró fuerte de la muñeca y se la llevó fuera de la eternidad,¿para qué sirve una eternidad sin en tres minutos puede caer el cielo y desaparecer entre lamentos?
Se montaron en la furgoneta.Ella se volvió a acercar tanto a él que pudo oler a Sally en el corazón del guardián,tanto que pudo olerla en la rabia que corría por el cuello del matón, y Alice inspiró muy profundamente ese aroma,hasta que le llegó a lo mas recóndito de su ser (ya te tengo dentro Sally,ya no te dejaré marchar más)
-Conduce rápido vaquero,conduce rápido-imploró Alice
Max puso la furgoneta en marcha y condujo tan rápido que fue el viento quien se detuvo para dejarle pasar.
Por el camino se cruzaron con otro coche que conducía igual de rápido,pero en dirección contraria.Un cruce que determinaba la vida y la muerte.

Aparcaron en el Wallestien.En la entrada se cruzaron con Mike,quien no reparó en ellos.Mike estaba a tres mil millas de distancia de poder poner algo de cordura en su vida y en ese momento no hubiera reconocido,ni siquiera a Sally de haberla tenido delante.
Max iba tan ensimismado con la pequeña Alice que tampoco se percató de la presencia del hijo mayor de Thorton,sin embargo,Alice sí le vio con claridad,y pese a que intentó disimular como pudo,se la notaba la intranquilidad en la mirada.
-No estés nerviosa nena,no te haré daño-le dijo Max oliéndola el cabello.
Sé que no me lo harás,se que me darás lo que yo quiera,incluso reescribirías tu historia por completo si yo te lo pidiera.

El señor Wallestein salió de la pequeña salita que había detrás del mostrador y sintió una puñalada en la conciencia al ver a Max,sin embargo fue a Alice a quien se dirigió
-Alice,pequeña,hacía tiempo que no te veía por aquí
-Cierto,Sr. Wallestein,he estado bastante ocupada-dijo ella sonriendo,pero mirando al suelo.
No hubo que decir nada más,Wallestein fue a por la llave de la habitación 13 y se la entregó a Max
-Venga viejo,no tengo toda la noche.
Antes de esconderse de nuevo en la salita que aislaba el bien del mal,le dijo a Alice sin que Max le oyera:
-Alice,querida,ten cuidado con éste,es una mala bestia.
-No se Preocupe Wallestein,Max es como caminar por la tierra de los muertos siendo el único ser vivo,pero yo tengo el mundo en mis manos.
Luego las dos figuras se perdieron en las oscuras escaleras,no necesitaron encender la luz,los dos eran noche,los dos eran oscuridad,los dos eran ausencia.


James se dirigió veloz hacia el 74 de Jersey Street,tenía el presentimiento de que todo comenzaba allí.
Cuando aparcó enfrente del gris edificio,un escalofrío le recorrió en su corpulencia.No sabía a qué piso acudir,así que probó a entrar en el portal por si conseguía alguna pista.
Una vez dentro,se encontró con una anciana y un niño que susurraban en el pasillo.
-Disculpe señora,me gustaría hacerle una pregunta-dijo James dirigiéndose con paso ágil a la vieja.
Mientras describía fisicamente a Sally,James notó cómo el niño no le quitaba ojo.
La anciana dijo que ella no se fijaba en quien entraba y salía del edificio,explicó que las vidas ajenas eran como puzzles y hacía mucho tiempo que la progresiva pérdida de visión había hecho que ella no supiera encajar las piezas correctamente.
-Y tú ,pequeño,¿has visto a una chica así?
-Sí por lo que dice señor,se parece a alguien que sí he visto,creo que es la amiga de la puta
-Calla Rot-le riñó la anciana
-Dígame vieja,¿a quién se refiere el niño con lo de "la puta"?,y por el bien de los dos dígame todo lo que sabe
-Son cosas de chiquillos.Tenemos una vecinos que son los últimos que han llegado,son jóvenes,y ya sabe usted que a veces los jóvenes son muy mal hablados.El crío solo repite lo que oye,a veces ellos son muy apasionados-respondió la anciana
-¿En qué piso viven?-preguntó impaciente James
-En el 3º F-se apresuró a responder el niño
James subió al tercer piso y delante de la puerta F,presintió que si aquello tenía un final,sería un final abierto,un final abrupto,un final seco y doloroso.
Llamó a al puerta,nadie contestó.El silencio cayó sobre Jersey Street y sólo se interrumpía con las breve y dulce respiración del niño,quien intentaba espiar desde las escaleras del piso de abajo.
Volvió a llamar a la puerta,seguía sin respuesta,así que bajó las escaleras y oyó una puerta que se cerraba apresuradamente (Rot era ágil y siempre estaba preparado para resguardarse en la frágil seguridad de su hogar)
En el segundo piso,James encontró una muñeca en medio del rellano,la cogió y sintió la nostalgia de una infancia que nunca existió.La dejó en la puerta que se acababa de cerrar y siguió su camino hacia la salida.
Ésto es lo que somos.Ésto es lo que soy.

En ese momento,Mike aparacaba también enfrente del 74 de Jersey Street.Al bajar de su coche,vió el coche de Sally y sonrió pensando en la imagen de Sally y Alice juntas para él.Todo volvía a su sitio.

Pero cuando James, estaba a punto de abandonar el edificio, un susurro, transportado por el viento, le acarició el oído y le hizo mirar hacia atrás, hacia las escaleras. James subió de nuevo hasta el segundo piso siguiendo a su instinto, eterno compañero de viaje que siempre le acompañaba, aunque no siempre bien le aconsejaba. Nuevamente escuchó la vieja voz susurrando más allá las sombras que se retorcían inquietas entre las paredes de aquella guarida, de aquel trocito de infierno, ésta se escapaba de la puerta del 3º E, entreabierta y desde el interior de la cual, salía un débil haz de luz, cálida invitación para un James que no se encontraba nada cómodo deambulando como alma en pena en aquel siniestro edificio, por lo que se acercó hasta la puerta y la abrió con la sutileza que le caracterizaba. –entre- le susuró nuevamente la voz –y cierre la puerta.

James obedeció, cerró la puerta. El apartamento era sumamente viejo y por la decoración, no hacía falta ser muy observador, para descifrar que allí vivía una persona mayor. Iluminado por la ténue luz de una vieja lámpara que descansaba sobre un viejo tresillo de punto que a su vez, abrigaba a una vieja mesa de madera color caoba, James buscó con su mirada, cansada ya por el desgaste de aquel longevo día y de aquella oscura noche, a la dueña de la voz, tornada ahora en siniestra figura sentada junto a la ventana en una vieja mecedora y refugiada bajo la luz de la luna llena, lejos de la influencia de la vieja lámpara que daba calor a aquella casita de muñecas que flotaba en medio de la pestilente ciénaga de horror y perversión que sin ningún tipo de dudas, era aquel edificio.

- ¿Por qué está usted interesado en la muchacha? – preguntó la anciana con voz afable desde su fortaleza de sombras.
- Verá señora, en realidad, no estoy interesado en la muchacha (ya no), lo que realmente estoy buscando son respuestas, necesito saber con quien se relacionaba ella, pues puedo asegurarle que si no doy con las piezas del rompecabezas que me faltan, los próximos días van a ser bastante moviditos en la ciudad, no se si me entiende… y ninguno de nosotros quiere eso, dudo mucho que a nadie del vecindario le interese tener por aquí a un grupo de matones repartiendo muerte al azar en su búsqueda de la verdad universal, ¿no le parece? señora….
- Pheebles, soy la señora Pheebles. Y usted buen mozo, tiene toda la razón del mundo, la gente de por aquí ya tiene suficientes problemas como para buscarse mas. Ya sabía yo que la serpiente y el ogro nos iban a traer problemas. ¿Dígame joven? ¿Qué hará usted cuando encuentre esas piezas que busca?¿se las guardará en el bolsillo y se marchará con ellas?
- Por supuesto, no hay cosa que mas desee ahora mismo. Canta ya maldita zorra caducada.
- En ese caso, debería hacerle caso al niño. Ese pequeño mocoso es especial, ¿sabe? Tiene un don. Para una mujer tan vieja como yo que lo único que espera ya del libro de la vida es llegar a la última página, su compañía es como una bendición del cielo. No me gustaría que nada malo le ocurriera, yo…
- señora, no tengo toda la puñetera noche-  apremió James a la anciana.
- perdone hijo, son cosas de la edad- replicó la señora Pheebles inclinando la cabeza ligeramente hacia delante para dejar al descubierto una inquietante sonrisa moldeada en la decrépita carne por sus arrugados  y resecos labios. En la puerta de enfrente, la del apartamento F, encontrará las respuestas que busca. Esa chica que no le interesa, frecuentaba bastante por aquí, a mi parecer era muy amiga de mis vecinos, solía dejarse caer durante la noche para realizar vaya usted a saber que inmoralidades y pecados de muy distinta índole junto a ellos… imagínese usted que estampa para un inocente niño que ya tiene suficiente con la ramera que le ha tocado como madre…..- un ruido en la escalera interrumpió a la vieja.

James se acercó hasta la puerta y miró por la mirilla. Sus ojos no daban crédito, Era Mike, el hijo mayor de Thorton, aporreando la puerta del 3º F con tal violencia, que incluso las sombrías alimañas que decoraban el lugar, se habían refugiado entre las grietas del edificio. Y esta vez, la puerta no tardó en abrirse. Un tipo, inmenso como un coloso, emergió de entre la oscuridad y sin mediar palabra alguna, invitó a entrar a Mike con la mirada. Un portazo selló la escena. - ¿Una manzana, joven?- preguntó la anciana.

Cuan burlesco es el destino que coloca las piezas sobre el tablero y luego se dedica a  observar, masturbándose con nuestras desgracias, con nuestro sufrimiento.

La puerta de la habitación número 13 también se había cerrado. Max y Alice, Alice y Max. Ella, presumida como la mujer que era, se había encerrado en el baño para retocar sus encantos, preparando la trampa mortal para su víctima. Max, permanecía fuera, sentado sobre la cama en la cual unas horas antes, había violado hasta la extenuación a la dulce Sally. Única mujer en este mundo, que aunque tan solo fuera  por unos breves instantes (algunos dirían eternos), había conseguido manipular los hilos de su voluntad a su antojo, por mucho que la marioneta, la mirase desde las alturas de la arrogancia. El vaquero, bien sabía que lo que había con él en aquella sucia habitación de motel, poco tenía que ver con la candidez que la había precedido, bien sabía también que en aquel instante, estaba a punto de bailar con el mismísimo infierno, cosa que por otro lado, le excitaba de forma irremediable, pues él, arrogante, soberbio, invencible, jamás pudo resistirse ante los retos, por mas imposibles que estos fueran, maldita sea, Max se habría batido en duelo a muerte con la mismísima muerte y lo habría disfrutado. No pudo contenerse mas, no pudo seguir con los preliminares, tenía la genialidad en la punta de la lengua y ya no podía contenerla. – Sally tenía unos ojitos para comérselos- eyaculó en voz alta mientras sacaba su navaja del bolsillo.

Alice, en el interior, lo recibió de pleno en el alma como puro ácido corrosivo, abrasándola, desgarrándola por dentro como jamás nadie había hecho antes. La piel se le erizó, los ojos se enrojecieron tanto que la llama mas ardiente era pálida como el rostro de un difunto a su lado, quería llorar, pero no podía, la rabia que sentía en aquel momento era tan grande que su cuerpo ni siquiera era suyo. Intentó gritar, tampoco pudo. Ya no me llamo Alice, me llamo IRA.

Max había dejado el sombrero sobre la cama y relamía su navaja, la cual aun guardaba en el filo el sabor de Sally, apoyado en la pared, esperando que la serpiente asomara la cabeza fuera de su escondrijo, deseoso de que el baile comenzara, de que la reina cayera rendida a sus pies o en su defecto, a su navaja. No tenía muy claro de que tenía mas ganas, si de tirársela o de cargársela, esta vez no había nada planeado, esta vez, todo iba a ser improvisado. Ellos dos solos, iluminados por el mas grande y luminosos de los focos mientras el mundo se derrumbaba a su alrededor en el inmenso salón de los sueños y la orquesta de infelices tocando la mas apoteósica de las sinfonías… deja de soñar Max. La puerta del baño se abrió destapando el tarro de las esencias prohibidas, cerrado durante mucho, mucho tiempo y que ahora, estimulado, provocado, por la mayor de las arrogancias, por la mayor de las crueldades, vertiría  su maléfico contenido sobre aquel irritante forajido.

La serpiente se mostró, salió de su guarida sedienta de sangre, sedienta de venganza, exultante de IRA, se erigió sobre él, grandiosa, magnífica, sublime. Belleza mortal inimaginable de una dimensión tal, que Max no tuvo mas remedio que mirar hacia arriba sobrecogido, narcotizado por la mirada de una diosa diabólica que se lo tragaba todo con sus ojos, unos ojos que lo querían todo, un cuerpo que lo tenía todo. Alice, desnuda, se abalanzó sobre el atónito cordero sobredimensionado disfrazado de lobo, forcejearon, lucharon, se golpearon. Max perdió la navaja, se vio superado por la destreza de la serpiente que se retorcía a su antojo haciéndole parecer torpe. Pero el vaquero tenía sus recursos, se crecía ante grandes rivales y aquel era el más poderoso de a cuantos se había enfrentado. Una certera patada en el estomago de Alice la lanzó contra la pared, dándole el tiempo y el espacio necesario, para sacar la pistola de detrás del pantalón con una de sus ensangrentadas manos, pero aquel mal era rápido, muy rápido, y apenas tuvo tiempo de apuntarle con el arma que éste ya no se dejaba ver, pues haciendo gala de su letal instinto de supervivencia, se había encerrado en el baño. Max, con las costillas desgarradas por las uñas de su adversaria, afiladas como lágrimas de cristal roto, disparó contra la puerta, una, dos, tres , cuatro veces. Todo quedó en silencio, todo quedó en calma. Agradable era el aroma de la pólvora, reconfortable el calor del cañón.

Max se acercó a la puerta, con la punta de la bota la empujo hacia delante. – ésto no puede estar pasando- se maldijo hacia los adentros, pues la mujer, había desaparecido. Tan grande fue la engañifa, tan profundo el desconcierto, que el vaquero, confiado, bajó el arma y con ella, la guardia. Allí estaba ella, observándole desde arriba, por que esta vez, era ella la que disfrutaba de aquella privilegiada posición, sujeta del techo con su cuerpo desnudo sudoroso y los ojos inyectados en sangre para dejarse caer sobre la arrogancia del vaquero. Salieron dando tumbos, golpeándose con las paredes hasta estrellarse contra la puerta, la cual no tuvo ni el valor ni la fuerza para contenerlos, es por ello que irrumpieron en el pasillo como dos gatos callejeros enzarzados entre la basura. Ella, apretándole el cuello con todas sus fuerzas, él, intentando arrancarse esa garrapata de en medio de la espalda a la cual no llegas, no alcanzas. La vista de Max se nublaba por momentos, la serpiente era mas pesada con cada arañazo del tiempo a pesar de los continuos puñetazos que este arremetía contra la nada ya de forma desesperada intentando escuchar una campana, la que anunciara el final del asalto, que nunca llegaba. Me rindo ante ti serpiente, eres lo mas grande a lo que me he enfrentado nunca, ahora lo se… pero nunca juegues sin un as en la manga. Nunca prometas nada que no puedas cumplir. Max reunió sus últimas fuerzas en las piernas y se lanzó con inusitada violencia contra la pared, atrapando a la serpiente entre el yunque y el martillo. Ésta, no pudo soportar el golpe y tuvo que soltar a su presa, rodando dos metros sobre la vieja y sucia moqueta granate del pasillo. –maldita zorra, quien iba a decir que me ibas a dar tanta guerra, tanta diversión. Venga preciosa, no me decepciones ahora. Max recogió la pistola del suelo y a la serpiente no le quedó otra que salir corriendo para intentar esquivar a la muerte.

Los dos corrieron hasta el final del pasillo, Alice, delante, bajó las escaleras primero. Max detrás. – Ya eres mía preciosa- gritó este con mirada orgásmica al tiempo que la encañonaba por la espalda. Bang!!!! Escupió el arma sin miramientos, no la de Max,
sino la vieja escopeta oxidada de Wallestein, que reventó al vaquero bajo la atónita mirada de una Alice desnuda y ensangrentada.

Tan, tan, tan… y las campanas volvieron a sonar,
ya no eran mudas,
ya no eran ciegas,
uno de dos, pensó la serpiente,
adiós vaquero, ya puedes dejar de soñar.


ALICIA MISSTERROR Y NANDO EL RECTOR


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domingo, 16 de octubre de 2011

Un suceso tan poco corriente

Nueva pieza de Guillermo Canelo.Un historia que esconde mil historias.Diseñado para ser leído con rapidez y disfrutado con tranquilidad.

Al pasar el último y vertiginoso pueblo, veloz sucesión de puertas y ventanas reflejadas en los cristales del coche, apenas un puñado de casas, sujetas al cielo por esas antenas parabólicas, tan amarillas sobre el intenso azul como chinchetas en una cartulina, casas que se encogían indiferentes en el retrovisor, diciendo adiós con sus niños asomados a los portales entreabiertos, niños de ojos inexpresivos, moviendo las inertes manecitas, adiós, adiós, y quién iba a pensar que ella rompería a hablar justo ahora, suceden cosas tan raras en este mundo, ni siquiera este hecho singular habría tenido demasiada importancia, habría sido mucho más insólito, con todo, que lo que saliera de su boca hubiera sido algo amable para variar, o cuando menos algún sapo o culebra de tamaño inferior al habitual, eso habría sido más "aceptable", o bien que hubiese mencionado algo digno de reseñar aun sin ser importante, después de todo muy poco en la vida lo es, alguna de esas observaciones insustanciales o frases hechas que, no siendo la paga del milenio, sirven al menos para pagar las croquetas del almuerzo, tocar alguno de esos lugares comunes que nos impidieran tener que emprender una vez más ese camino obligatorio hacia la eterna revisión del aciago programa, la famosa grabación de su brillante actuación estelar, tantas veces contemplada, los dos muy quietos y sin mirarnos en el sofá de la salita, el televisor, testigo neutral del desmoronamiento comunicativo entre ambos, mostrando en su inexorable pantalla el corto trayecto que media entre Quebienvás y Todoalamierda, localidad esta última en la que reside el famoso Fallo de la Octava Pregunta, como un único habitante de tal municipio, ciudadano que se va clonando a la vuelta de cada esquina, multiplicado en espejos deformantes que amplifican su magnitud, treinta mil euros no habrían alcanzado para una vida nueva, desde luego, las vidas nuevas salen mucho más caras, pero habrían bastado al menos para que ella dejara de restregar su pérdida una y otra vez sobre su mala conciencia, como si de una fregona grasienta y apulgonada se tratara, fregona que va y viene con ese movimiento derrotado y pendular, ensuciando en lugar de limpiar, pasando siete veces por cada sitio, y dejando todo cada vez más sucio que antes, aún más sucio, sin que yo le achacara jamás que tal vez ella podría haberse esforzado un poco más en recordar que Lenin no es la capital de ningún estado, son cosas que pasan, como esos árboles de ahí, cipreses creo, se trata ahora de un fugaz siempreserio, uno de esos sitios de los que no cabe escapatoria, con sus cruces blancas y sus lápidas marchitas que reverberan en la luz de la tarde ++ +++ + + , emulando la multiplicación progresiva de los postes de telégrafo TT T T T T T TT y de las líneas blancas de la carretera polvorienta - - - - - - - - , caray con el camión de las narices, a ver si se aparta un poco, parece el descomunal trasero de la señora de esta mañana en el ascensor, con la enorme boca del agobiado carrito de la compra abierta de par en par, ofreciendo un amplio muestrario de su capacidad digestiva y amenazando con regurgitar, al menor traqueteo imprevisto del elevador, una ingente cantidad de alimentos envasados al vacío (al vacío existencial), ¿qué piso, señora?¿quiere usted que le meta una de esas latas de conserva por el culo para aligerar la carga y poder empotrarla así en el escuálido ascensor?, nula visibilidad, camión bulímico, no es molestia, señora, a mandar, si lo que hubiera surgido de su boca hubiera sido algo de veras destacable, algo parecido a "Cariño, por fin me he dado cuenta de cuánto te quiero", si hubiera sido algo así, no habría tenido inconveniente en tardar un poco más en coger los auriculares, siempre se atascan porque se enredan con las cintas de radiocasette, tengo que cambiarlas de sitio, o mejor tirarlas, sospecho encarnizadas batallas en las que unos hambrientos auriculares envuelven en su febril abrazo a las obsoletas víctimas de sus desvelos, mangostas y cobras, anacondas y tapires, auriculares y cintas de radiocasette, "por fin me he dado cuenta", ni habría prestado oídos a semejante afirmación, para qué quiero las cintas si ya no enciendo el viejo, prehistórico, trasnochado trasto, si casi nunca oigo música, se ve que hace tiempo que me fui con ella a otra parte, alguna otra parte, cuando me pongo los cascos es sólo para no oírla cuando empieza a hablar, venga a hacer reproches egoístas, que si la chica fuera un día del año sería el día de asuntos propios, día empleado en la exaltación de un lenguaje convenientemente vejatorio, día propicio para agrandar los límites del cansancio de este hombre que conduce ahora confuso, día invertido en fomentar la destrucción de un matrimonio ya derruído, enlaces y desenlaces, una relación que se deshace en la boca como un caramelo podrido, asuntos propios al ritmo de los tragos esquivos a la botella de anís para borrar la hora de ese reloj que acusa al marido de no saber llegar antes, el mismo reloj cuyo reflejo en mi café diluyo cada mañana con lentos movimientos de cucharilla, café en el que ahogo también el reflejo de la cara ceñuda de ella, icono vigilante de un perpetuo desayuno indigesto, cual Medusa de ojos ígneos, imposibles de soportar de forma directa (aunque uno, para según qué cosas, siga sin ser de piedra), matrimonio, maltiroalmoño, martirioamonio, mardeinsomnio, qué difícil elegir los adjetivos sustantivos cuando hay tan poca sustancia que adjetivar, pero luego es descubrir su cuerpo níveo tras la mampara de la ducha, me gusta constatar que el pestillo sigue sin echar, aunque lo hizo poner en la puerta del baño para hacer patente que mis intrusiones en su intimidad no serían aceptadas, y me tengo que alegrar de las insanas costumbres, las que no ceden terreno al tedio con facilidad, un faro asoma ahora su cabeza hiriente por encima de los pinares, los faros no sólo señalan su ruta a los barcos, también gobiernan los ciegos itinerarios de los hombres, esas piernas por las que alzo mis plegarias a Dios, adiós, adiós, para que me permita volver a besarlas justo donde mejor huelen, en esa misma zona que ella se acaricia con parsimonia ante mis ojos codiciosos, elevándome, elevándome, "ay, querido, hoy he ido a probarme ese vestido maravilloso que me prometiste", yo quedo pensando: ¿seguro que lo prometí?, si verdaderamente lo prometí, hice cierto aquello de que lo prometido es deuda, tan cierto como que debo hasta mis promesas yo, puta mierda de empleo, una sucursal bancaria con tres clientes de media a la hora, debería cerrar por inducir a sus empleados a la depresión, mire usted, señor juez, prueba documental número 5, quién habría podido evitar golpearla en la cabeza, después de volver del trabajo un día cualquiera, el televisor encendido fue lo primero que vieron mis ojos, esto no era nada nuevo, pero también fue lo primero que hallaron mis manos, y esto vaya si era nuevo, ya lo creo, emitía jadeos luminosos a cada golpe, ya nunca volverás a fallar la Octava Pregunta, amorcito, zush, zush, zush, parpadeos de luz como los de esos faros que se acercan, tal vez sea preferible no soñar, pero quién puede evitar soñar cuando su vida es una pesadilla, quién puede esquivar la idea, esa idea dolorosa y fatal como un balazo en el hígado, de escapar a otro lugar, uno donde no haya sucursales ni vestidos caros ni caras amargas ahogándose en el amargo café, huír a otro pueblo como éste que recién se acaba de fugar por la derecha, enmarcando con ferocidad de puertas verdes y muros blancos su rostro altivo y sereno, un pueblo sin nombre en el que me pregunto cómo puede haber hablado quien ya no está conmigo, aún no, cómo puedo ver a mi lado su rostro altivo y sereno, siempre de perfil, las malditas cintas que se obstruyen, un pájaro que remonta el vuelo lo justo para despistar, un camión que impide la visibilidad, unos faros que se acercan, faros que me indican el ineludible camino, un suceso tan poco corriente, cómo frenar antes de empotrarme, empotrarnos, contra ese árbol de la cerrada curva a la izquierda, ¿es un ciprés? no, aún no lo es, y notar ese tacto viscoso en las manos que se saben rojas sin mirarlas siquiera, y mirar hacia donde debe estar ella, buscar su rostro vuelto hacia mi, siempre serio, la mirada fija, buscarlo allá donde ella no está, y oír de nuevo esa voz que ya no le pertenece, que ya no pertenece a ninguno de los dos, diciéndome:
- Querido, tú y yo tenemos que hablar.
De "La inquietud del acero". Por Guillermo Canelo.

viernes, 14 de octubre de 2011

Al Filo de Medianoche. Anexo: La serpiente, el niño y la manzana podrida

Sssssshhhh, mira Sally, es él otra vez, es el hombre de la gabardina negra. Te dije que volvería, te lo dije. No se lo digas a mamá, prométemelo. Te lo prometo.

El pequeño Rot asomaba la cabecita mientras apartaba con su mano la vieja cortina. En su brazo sujetaba a Sally, su vieja muñeca de trapo, eterna compañera de viaje desde que la abuela se la regalara hace muchos años, cuando aun vivía. Pese a lo tierno de su vida, el pequeño Rot siempre había sido un niño muy espabilado, muy por encima de los niños de su edad y nunca, y digo, nunca, se le escapaba el mas mínimo detalle, de seguro, habría sido digno de estudio si hubiese caído en manos de la ciencia, pero en el seno de aquella humilde familia, Rot tan solo era un niño y Sally, una muñeca de trapo.

Como bien apuntaba Rot, era la segunda noche que se repetía la misma estampa, la siniestra figura del desconocido de la gabardina negra arropado bajo la luz de la farola, hecho totalmente inapercibido por el mundo, pero no para el pequeño Rot, tampoco para la manzana podrida. ¿La manzana podrida? Os preguntaréis. Pues si. La manzana podrida era el nombre con el cual el pequeño, había rebautizado a la señora Pheebles, la vecina del piso de abajo, del segundo B, justo en frente del apartamento de la serpiente y el ogro (como los conocía la extraña pareja). Hace tiempo, no recuerdo cuanto, pero mucho antes de que llegaran los vecinos raros, mamá le encargó a Rot que bajara al piso de la señora Pheebles a buscar algo de azúcar y el niño, siempre obediente, pese a que no tuvo precisamente una infancia fácil, después de la trágica muerte de su padre en un tiroteo en el centro de la ciudad cuando apenas tenía dos años, bajó raudo y veloz por las viejas escaleras del sombrío y decrépito edificio al encuentro de la anciana, una mujer muy reservada, siniestra a ojos de muchos. La anciana, arisca y huraña por naturaleza, vio desde el principio, algo especial en el niño, algo que la cautivó y lleno de vida su exprimido corazón y de ilusión su arrugada alma. Por supuesto le dio el azúcar, no solo eso, también invitó a Rot a merendar unos deliciosos pastelitos con un vaso de leche caliente y algo de atención, acto con el que desde luego, se ganó al muchacho para siempre. El caso es que, en una de las visitas de Rot a la señora Pheebles, mientras esta estaba en la cocina preparando la merienda, el niño cogió una manzana del frutero de encima de la mesa y la mordió. Mientras masticaba la carne de aquel fruto de la tierra, observó como el interior de la manzana estaba lleno de gusanos. La anciana regresó de la cocina con la bandeja de pastelitos en la mano y le vio comiendo la fruta. Rot sabía que aquel, era el manjar favorita de su vieja amiga y no tuvo valor para decirle que la manzana estaba mala, -no quiero disgustarla –pensó. Y se la comió con gusanos incluidos ante la atenta mirada de la vieja. Desde aquel día, él la conocía como la manzana podrida.

Bien, el caso es que entre los dos, surgió una gran complicidad, una extraña relación entre el pasado y el futuro, los recuerdos y las esperanzas. Amistad que se hizo más y más grande con el paso de los años venideros, alcanzando su máxima expresión cuando llegaron los raros. La serpiente y el ogro, como los conocía la manzana podrida (Rot en cambió, siempre se refería a ella como “puta”, pues el ogro siempre la llamaba así cuando le pegaba por las noches). Ella, siempre alerta, siempre atenta a sus movimientos, observaba por la mirilla las idas y venidas de la pareja. Luego, informaba al pequeño Rot.

Por supuesto, el tráfico de información, no era unidireccional, pues Rot también mantenía informada a la manzana de cualquier acto relevante acontecido dentro de los confines del edificio. Y sin duda, la presencia del extraño, era uno de ellos.

Aquella noche, Rot, mientras su madre trabajaba en el dormitorio con un cliente, se deslizó de forma sigilosa con Sally bajo el brazo hasta el apartamento de la manzana para traerle nuevas sobre el misterioso desconocido, sobre el cual, ya habían hablado la noche anterior. Como hacía habitualmente, picó a la puerta tres veces, aquella era la señal secreta de la sociedad y la manzana, al oír esto, siempre habría la puerta para que entrara el pequeño. Aquella noche no. Aquella noche, la llamada de Rot, no obtuvo respuesta. Y no la obtuvo por que la anciana, ya había zarpado hacia la eternidad, no por voluntad propia, sino por invitación de la serpiente, quien unas horas antes, se había deslizado con el mismo sigilo que el niño, había golpeado tres veces la puerta y se había colado en el jardín prohibido. Lo que allí dentro ocurrió fue demasiado macabro para aquí contarlo, lo único que debéis saber, es que la muerte de aquella mujer fue lenta y dolorosa y el placer del reptil, cuasi eterno.

Eran las cuatro de la mañana aproximadamente, cuando Rot, quien llevaba rato, mucho rato, sentado en el escalón en frente de la puerta de su vieja socia, aun con la esperanza viva de que esta, acudiera a la cita, decidió que lo mas prudente sería regresar a casa, no fuera a ser que mamá, saliese de la habitación y no le encontrase en la cama durmiendo, pero el niño, absorbido por sus pensamientos, dando rienda suelta a retorcidas teorías sobre el extraño, no se percató de que alguien subía por las escaleras, era ella, la serpiente, que subía sigilosamente, como una alimaña surgiendo de la oscuridad. Los dos se encontraron, Ella se lo quedó mirando, él, se quedó paralizado por el miedo.

-¿Cómo se llama?- preguntó ella refiriéndose a la muñeca?
-Sally- respondió el niño, sin apenas osar mirarle a la cara.

La chica sonrió y dijo: -¿Sally?, yo tenía una amiga que se llamaba Sally, era una chica muy guapa, igual que tu muñeca. ¿Estás solo esta noche? –estoy con mi mamá- contestó con voz asustadiza. –bueno, déjame que me cambie de ropa y subiré a haceros una visita a ti, a Sally y a tu mamá. Tras esto, abrió la puerta y se metió en su apartamento. Rot corrió escaleras arriba y entró en casa atemorizado por las palabras de la mujer. Se acercó a la ventana y miró hacia la calle, pero el extraño ya no estaba. Junto a la farola tan solo estaba Jenna, la compañera de trabajo de mamá.

Rot abrazó con fuerza a Sally mientras desde la habitación, los gritos de placer infectaban la estancia con su olor. Pasaron dos minutos o una eternidad, quien sabe. Sonó el timbre.

No vuelvas extraño, no hay nada bueno para ti en el 74 de Jersey Street.


NANDO EL RECTOR


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miércoles, 12 de octubre de 2011

Quema el Silencio

Obsérvame caminar,alejarme,desaparecer
Siente que a veces quema el silencio
y agoniza entre las cenizas del hastío
En otro lugar,en otro momento...
te esperaría en la decadencia de una vida perdida
resucitando en un mundo que siempre odiaste,
cerca de un paraíso en el que a nadie le gustan las manzanas
y este maldito aire que no hace mas que cortarme y cicatrizarme!
con una luz tan tenue que apenas te distingo
porque ni tú podrías sentirme,ni yo deseo que lo hagas
Solo el tiempo dirá hacia donde vamos
mientras tanto
quédate quieto
siénteme quieta
sigue muerto
que yo sigo muerta


Alicia Missterror

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domingo, 9 de octubre de 2011

Cura mi alma

Cura mi alma con las yemas de tus dedos
Arranca mis entrañas con tu miserable vida
Ata mi corazón con tus venas secas
Quiéreme hasta morir
Cierra mis ojos con tu mirada agónica
Seca mis lágrimas con tu respiración
Cura mis heridas con tu saliva
                              cura mi alma
                                      
Hoy puedes matarme.

Abrázame, bésame, siénteme,destrózame
Deja que la vida duerma entre tus brazos,
ya despertará mañana...
Cree en mí y niégame al mundo
Sopla en mis labios rotos
séllalos para siempre,
                                    cura mi alma



Hoy Dios ha muerto.

Alicia Missterror


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viernes, 7 de octubre de 2011

La despedida


Tengo el inmenso placer de presentar a una nuevo habitante de la eternidad.Se trata del enorme Guillermo Canelo,quien nos regala un hipnótico relato corto cargado del mas fascinante de los simbolismos,una delicia para los que les gustan involucrarse en las historias,para aquellos que buscan ese "algo más",para todos vosotros...
"La despedida" es uno de los diez relatos que componen "La inquietud del acero",una colección que muero por leer.
Guillermo, no se las veces que nos visitarás,solo se que esperaré esas visitas toda la Eternidad.


No es cierto que se estropeen cuando metes un objeto metálico. No sucedió esta vez, al menos.

Allí estaba Elga, tan guapa. Su mano se agitaba nerviosa al otro lado del cristal, haciendo extrañas señas circulares. A Günter no le gustaban las despedidas. Pero aquella poseía una belleza trágica, sobrecogedora. En esa mano diciendo adiós había algo mágico, algo terriblemente hermoso.

Günter estaba tan abstraído en estos pensamientos que no oyó el timbre anunciando que la comida estaba lista. Elga, tal vez por lo elevado de su propia voz, tampoco lo oyó.
Con los ojos llenos de lágrimas, ella gritaba algo a su marido, que la miraba como hechizado. Con curiosidad admirativa, Günter observaba la tenaz resistencia que oponía la fina cuerda a los intentos de desatarse de su esposa.

Algunas sirenas aullaban ya en la distancia, sumándose a los gritos de Elga y a los quejidos de la silla de madera chirriante. Günter, enmedio de su odio, se acordó de Ulysses.
- Esas sirenas cantan por tí, Elga, -musitó, casi para sí. Y luego añadió, riendo como un poseso: -Agárrate ahora a ese mástil, anda. Abrázate a él con fuerza, si es que puedes.

Ajeno por completo a la histeria y al ruido, un muñón sangriento reposaba en el regazo de la mujer. Un enorme cuchillo de cocina le hacía guiños rojos desde el suelo.
Al fin Günter retiró el plato del microondas, extrajo la alianza del chamuscado dedo anular y se dispuso a comer.

De “La inquietud del acero". Por Guillermo Canelo.


Me hubiera gustado muchísmo publicarlo tal y como me lo envió Guillermo,porque tenía una presentación sublime,pero las cosas de los blogs son así...

domingo, 2 de octubre de 2011

IRA.Parte I-La ciudad del pecado

Porque nadie se libra de los pecados,porque el mundo es caos,porque todo sucede queramos o no,por todo eso,hemos decidido partir la vida en dos.

IRA.Parte I-La cuidad del pecado es la primera parte de una serie de tres.

Pronto los pecados lo devorarán TODO




Tengo que echar a andar,necesito sacar ésto de dentro,es increíble,es totalmente increíble,puto animal,nunca tiene suficiente,siempre quedando por encima de mí,algún día seré yo  quien lo liquide y ese día nos vamos a reir todos un buen rato, mientras brindamos con whisky ,por haber dejado el cadaver mas triste que haya visto la tierra mas llena de gusanos que encuentre.

Cuando acepté el trabajo,ya sabía lo que tenía que hacer,pero parece que nunca soy lo suficientemente bueno,nunca soy perfecto.Soy un jodido hijo de puta,pero alguien tiene que serlo para compensar toda la ingenuidad que existe en este mundo.

Acabo de llegar a mi apartamento,cada vez mas vacío y descuidado,pero yo no soy una persona atormentada que mira a la oscuridad de la noche en busca de paz,en busca de respuestas o buscando que una jodida estrella ilumine su vida.Yo soy práctico y sobre todo,no tengo por qué aguantar la mierda de los demás.
Maxwell es el ser mas rastrero de todo el planeta. Joder,estoy empapado de sudor y ni siquiera me apetece una cerveza fría,solo quiero que Maxwell de la cara,él sabía que Sally era mía,Sally,esa pequeña zorra que creía que estaba por encima del bien y del mal.Podría haber partido su cuerpo en dos con tan solo un abrazo,deseaba hacerlo,jodido Max,él siempre arrasa con todo.

Esta casa es el puto Vietnam,joder,todo el mundo se pelea,todos quieren su pedacito de  guerra,la necesitan,y yo necesito una tregua aunque sea solo durante media hora.Necesito sacarme de la cabeza el cuerpo mutilado de Sally,ese cabrón se debió de divertir de lo lindo con ella,y yo la deseaba tanto...Max estás muerto,ya estás muerto!
Como no dejen de gritar mis vecinos los rusos,juro por dios que cojo la magnum y les pego un tiro en la cabeza a todos,empezando por sus hijos.

Tengo tanto odio dentro que no puedo ni respirar.Lo mas sensato es que hoy no me vaya a conseguir a una puta,porque al terminar de follármela,voy a querer satisfacer otra necesidad, y lo que yo busco es destrozarle la cabeza con el cenicero en el que ella haya dejado su última colilla.Ni es la primera vez,ni será la última, y esta sensación se aplaca durante unos días,pero siempre vuelve,siempre vuelve...Yo soy esa sensación,yo la inventé.

Mierda,Sally,mi pequeña Sally...aun recuerdo cuando la ví por primera vez,como una niña,sonriendo,mientras se retiraba el pelo que el viento se empeñaba en pegarle a la cara,preciosa,frágil,llena de posibilidades.Un mundo desconocido.
Yo estaba con Max en el local de Terry,con su chico mayor destrozado en mis brazos.Eso les pasa a las viejas borrachas que no pagan lo que deben y que no conocen el significado de la palabra compromiso.
Max estaba detrás de la barra,sujetando a Terry y obligándola a ver cómo yo apalizaba a su hijo.Recuerdo que me dolían los nudillos,porque los huesos de la cara del chaval se rompían y se astillaban con facilidad.
Entonces entró Sally y el viento entró con ella.Cuando por fín pude verle la cara,supe que Sally tenía que ser mía.
Al principio se asustó,pero Max le dijo:"Pasa encanto,esto ya está terminado,¿verdad Terry?".
Supongo que ella entró en el local por no contradecir a Max,supongo que cualquier persona asustada hubiera hecho lo mismo...supongo...supongo.
-¿Qué quieres tomar?Hoy hay barra libre-preguntó Max
-Vodka con un chorro de limón,por favor-susurró ella,visiblemente desubicada.
-Wow!!Son las 11:00 de la mañana,pequeña..Vodka entonces
-Ponme otro a mí-le dije mientras tiraba al suelo a Mick (creo que se llamaba así)-hoy no beberás sola...

Incluso un ciego, se habría dado cuenta de que James había perdido la cabeza por la muchacha desde el mismo instante en que esta apareció por la puerta, y Max podía ser muchas cosas, pero no ciego. – Menudo pelele, no aprenderá nunca- pensó mientras observaba a su fornido compañero de viaje perdido entre los cabellos de la larga melena de Sally. No era la primera vez, James también podía ser muchas cosas, pero debajo de esa pinta de tipo duro y a diferencia de lo que creía el resto del jodido universo, si hurgaran profundo entre las entrañas de su misantropía, del animal descerebrado en el que se había convertido en aquellos últimos años, aun encontrarían restos de la humanidad que un día tuvo y eran, estos ecos del pasado, los que a veces le jugaban malas pasadas y le hacían olvidar aunque fuese por un solo instante,  cual era el único propósito de su existencia.

Hacía tres años que James y Max trabajaban para el Sr. Thorton, uno de los mafiosos mas peligrosos del condado, ellos eran digamos…. sus “chicos de los recados”, si, creo que ese sería el término adecuado. Si había que quitar a alguien de en medio, pues lo quitaban. Si había que incentivar a alguien para que pagase sus deudas, pues lo incentivaban (Terry podía dar buena cuenta de ello). A cambio, no sólo recibían generosas cantidades de dinero, sino también la gracia del Sr. Thorton, maestro titiritero de aquel decrépito guiñol en el que se había convertido el pueblo. Así, si a la pareja de socios, se les iba un poco de las manos alguna juerga nocturna, si alguna prostituta aparecía muerta tirada en algún oscuro callejón o desaparecía alguna virginal jovencita de la noche a la mañana, pues digamos que la policía, tampoco ponía demasiado ímpetu en solucionar el caso y éste, acababa archivado como tantos otros, en un mugriento archivador oxidado.

Aquella mañana era extraordinariamente calurosa, el astro de fuego inmisericordioso, azotaba la árida tierra del condado con su látigo de luz, recordándole a las marionetas que jugaban a vivir en aquel terrario, quien era el dueño de todo aquello, a quien debían rendir pleitesía. No obstante, el interior del bar, era uno de los pocos lugares del condado donde no se hacía tan palpable la influencia del Deus sol invictus, pues Terry, gracias a la “generosidad” del Sr. Thorton, había incluido en las recientes reformas del local, un reconfortante sistema de aire acondicionado, como bien rezaba en el cartel pegado al cristal de la puerta de la entrada, posiblemente, uno de los motivos que sedujeron a la preciosa Sally, a adentrarse en el lugar, haciendo un pequeño paréntesis en su viaje. No lo habría hecho de haber sabido lo que allí le esperaba, por que “Una Eternidad”, que era el nombre del local, iba a convertirse en su maldita tumba y con su muerte, el condado de Sunshine, iba a vivir su pequeño Apocalipsis. La ira del destino.

- ¿Quieres otro preciosa?- preguntó James, extrañamente nervioso, mientras intentaba ver mas allá de los hipnóticos ojos de Sally. – No, gracias, creo que ha sido suficiente, tengo que conducir- contestó esta, ya ubicada, pero visiblemente asustada, mientras de reojo observaba la maternal escena de una madre socorriendo a su hijo al final de la barra. Mick, semiinconsciente y con la cara ensangrentada, intentaba decirle a su madre, que no se preocupara, que todo estaba bien, mientras ésta intentaba sin éxito, limpiarle la cara con un viejo pañuelo que había pertenecido a la familia durante años y en el que aun, pese al desgaste del cruel tiempo, podía leerse a duras penas, una frase tejida: por mas ardiente que sea el infierno, no cabes mas profundo de la cuenta.

Me jode reconocer que la primera vez que vimos a Sally,los dos perdimos un poco la cabeza,porque en realidad,ninguna persona merece que yo sienta la rabia que siento ahora,nadie es tan importante como para parar un mundo que yo puse en marcha y al que doy cuerda con cada mirada,pero Sally...fue la criatura mas exquisita que jamás pisó Sunshine.

Aquel día escarbé en la suciedad del alma,me metí en los mas profundo del deseo y tomé la decisión mas equivocada de mi vida.

Sally iba a salir por la puerta de "una eternidad",creo que solo estuvo allí tres minutos,pero fueron suficientes para que quisiera que se quedara conmigo,hasta que un tiro a bocajarro nos separara.

Ni aunque se unan el cielo y el infierno,ni aunque el día y la noche se hagan socios,no hay NADA en este mundo que pueda salvarte Max,nada.Estás muerto maldito cabrón!
Le voy a sacar hasta la última gota de sangre y me voy a revolcar en ella hasta quedar totalmente rojo y pegajoso,y luego iré a ver a su madre y la daré el beso que mas ruido haga de este jodido planeta,mientras la susurro:"saboréalo bien,así sabe tu hijo".
Jodido mundo de venganza que mueve mi vida,me estremece,la ira es mi hermana gemela,y yo nací unos minutos antes que ella,pero estamos pegados como siameses.

Cuando Sally se dirigió a la puerta,sentí un deseo irrefrenable de abalanzarme sobre ella,taparle la boca,meterla en mi coche,llevármela a mi casa y encerrarla allí hasta que se acostumbrara a mí,hasta que me suplicara que la quisiera,que la hiciera el amor,que la matara cuando yo quisiera...pero solo la dije"Tú no has visto nada,una palabra de ésto y te encontraré,créeme,te buscaré y te encontraré".
Ella miró para atrás con pánico,e intentó salir del local,pero Max ya había saltado como un gato hacia la puerta,bloqueando su paso.
-Espera,antes de irte,tendrás que decirnos a dónde vas,hacia donde te diriges.
Sally miró a Terry y Mick en busca de alguna remota ayuda en sus ojos,pero lo único que recibió fue indiferencia (bastante tenían ya ellos con pensar de dónde sacarían el dinero que le debían al Sr. Thorton)
-Bueno,en realidad,aún no había decidido hacia donde iba-dijo Sally mirando al suelo.Un suelo tan sucio,como la mentira que acababa de decir.
-¿No sabes donde vas,pequeña?¿Secretos?-la preguntó Max,agachándose un poco para llegar mas cerca de su cara e intimidarla más de lo que ya estaba.
-¡Déjala Max!Está huyendo,se la huele el miedo desde aquí-le dije acercándome a ellos dos.
-Mira James,pues entonces,no hay nada que perder...esta mujer y nosotros,perdona,¿cual es tu nombre?-se interrumpió Max
-Sally- (su voz...su maravillosa voz...)
-Pues Sally y nosotros vamos a coger el coche e ir todos juntos a ninguna parte-continuó Max.

Debí decirle que la dejara en paz,debí haberle obligado a soltarla el brazo,mientras ella me miraba pensando que acababa de salir del infierno para meterse dentro del jodido caos.
Debí hacerlo,pero no lo hice.El amargo impulso de la sinrazón pudo mas que yo.

Sally...te llevaste el último poso de esperanza que yo tenía dentro,me vaciaste.
Sonríe Sally,sonríe para mí.

Tres minutos habían pasado en “La Eternidad” cuando los dos hombres y la mujer salieron del local. James alzó la mirada y retó a la gran bola de fuego cuando esta, mas soberbia y desafiante se mostraba allá arriba en su firmamento privado, pues en aquel momento, incluso se puso en duda que su hermana, la luna,  fuera a atreverse a inmiscuirse en sus asuntos… no habría noche en Sunshine aquel día. James sacó unas gafas de sol del bolsillo de la camisa y se las puso, hizo lo propio con su sombrero de cowboy, algún día sería interesante hablar de cómo lo consiguió. Mientras tanto, Max ya se había sentado frente al volante de la camioneta y junto a él, Sally, quien aun intentaba encontrar una mirada de complicidad de James, pero ese barco ya había zarpado y éste, refugiado tras los opacos cristales de la cobardía de aquel que mira hacia otra parte, se sentó a su lado y cerró la puerta.

Max arrancó y aquella vieja furgoneta, testigo ciega de tantas y tantas atrocidades, se puso en camino dejando atrás la eternidad para adentrarse en las mismísimas venas del diablo, destino, el olvido. Sally giró la cabeza y miró hacia atrás, hacia el local, quizá en un intento de aferrarse por un último instante a su antigua vida. La cortina de fuego tejida por el sol, apenas le dejó distinguir la silueta de Terry, plantada en la puerta de “La Eternidad” como tantas otras veces, cuando los socios, vestidos con la piel de Caronte, barquero de los infiernos, habían acompañado a otras tantas almas perdidas hacia las profundidades de su destino. Aquella fue la última vez que sintió el calor humano, pues en aquella sucia furgoneta, sentada en medio de aquellos dos espejos sin reflejo, la única humanidad que había, era la suya.

- ¿Estás cómoda preciosa? – preguntó Max mientras no le quitaba ojo a las seductoras piernas de la muchacha, que asomaban con mucho mas descaro de lo que ella hubiese deseado en aquel momento, por culpa de su corto vestido. - ¿A dónde me lleváis? – contestó ella con los ojos claramente empañados de miedo. – no te preocupes por eso Sally, solo queremos enseñarte los placeres de Sunshine, un lugar maravilloso en el que perderse si sabes visitar los sitios adecuados, tocar las teclas correctas –respondió Max con tono burlón mientras James parecía ajeno a la conversación e intentaba huir de sus propios demonios tirando la mirada por la ventanilla.

-    Tengo dinero- dijo Sally.
-    ¿Dinero? ¿Acaso tenemos pinta de necesitar dinero preciosa? ¿la has oído James? Dinero dice…
-    Déjalo ya socio, ¿acaso no te parece ya lo suficientemente asustada?- Exclamó James con cierto tono amenazador, justo antes de que Max frenara en seco el vehículo.
-    Bueno, ya hemos llegado preciosa, ¿acaso no es este el lugar mas bonito del mundo?

Ante la atenta mirada del improvisado trío, se alzaba majestuoso el motel Wallestein, antro habitual al cual la pareja de socios, solían llevar a sus conquistas para tener un rato de intimidad. Sally experimentó una fuerte sensación, un  Déjà Visité que recorrió todo su cuerpo como jamás antes había sentido. Cuan caprichoso era el destino, burlándose de ella justamente, aquella mañana. Pues todo hacía indicar, que el cuerpo putrefacto de su novio Tony, iba a seguir criando malvas en el maletero de su coche, mucho mas cerca de la eternidad, de lo que jamás hubiese imaginado. – Venga preciosa, baja de la furgoneta, que tito Max, te va a dar buena muestra de la famosa hospitalidad de Sunshine.


He llamado a Max a su teléfono al menos diez veces en la última hora,este avestruz esconde la cabeca,pero ni siquiera sabe dónde hacerlo.No hay lugar seguro en este mundo para tí Maxwell.
Me he encendido y he destrozado mi móvil contra el suelo.Odio hablar por teléfono,lo odio,pero aún odio más cuando no me contestan.

Las cicatrices se mezclan con los pecados en esta urbe.Soy un cuidadano perfecto para tí Sunshine,soy tu jodido hijo predilecto.Guardo la llave de esta cuidad entre los casquillos de las balas que he gastado,la sangre que derramé y mis nudillos.

Cuando llegamos al motel,me reencontré con todos los pecados de dos coraznes que ya no laten,y nos saludamos efusivamente.Los pecados son serviciales y susurran.
Max y yo somos los salvadores,los guardianes del dolor,la penitencia del destino.

En la recepción del Wallestein,si aquella entrada inmunda podía llamarse así,ni siquiera tuvimos que pedir una habitación,el viejo sudoroso que regentaba aquel lugar,nos dio una llave sin tan siquiera preguntar,sin mirar a Sally (si no hay conexión visual,no hay remordimientos).
Subimos a la habitación,yo sabía lo que iba a pasar ahí dentro,pero la cintura de Sally,quien subía delante de mí,era una visión que me agarraba con fuerza,y yo no estaba dispuesto a soltarla.

Entramos en la habitación,como siempre mugrienta y sórdida.Sally miraba para todos los lados con los ojos muy abiertos.
-Bueno Sally,¿qué tienes para nosostros?-le preguntó Max
Yo sonreí,esperaba que lo que tuviera guardado aquella pequeña diosa,fuera la parte buena de un día cansado.Aquella mujer representaba mis fantasías de humanidad,quería protegerla,quería follarla,pero a la vez también quería hacerle mucho daño.
Sonó la puerta,la abrí,era el viejo que nos traía una botella de whisky,las costumbres están para respetarlas.
-Tenéis vasos en el armario-nos dijo.
Cerró rápido la puerta,y con ella cerró el mundo tal y como Sally lo conocía.
-Por favor,no me hagáis daño.En realidad no me importa lo que he visto,no me importa a lo que os dediquéis ni quienes seáis o lo jodidos que estéis en la vida,pero por favor,dejadme marchar,tengo que salir de esta cuidad,no lo entendéis...
-Cállate la puta boca ya,o te rompo todos los malditos dientes de un puñetazo-le dijo Max tirándola a la cama.
Lo cierto es que me empalmé cuando visualicé,como si fuera una obra de teatro o  la escena de una película, a Sally chorreando sangre por la boca,empapando su piel blanca mientras yo agarraba con dureza sus cara y recogía con mi lengua su delicioso fluído rojo.

Una vez que la tuvo donde quiso,Max se abalanzó sobre ella como un loco,como si ella fuera el aire que él necesitaba para seguir viviendo.Asmático Max.
-Agárrale las muñecas,se mueve como una puta gata-me dijo Max
-¿No puedes tú solo?-le dije mientras me encendía un cigarro.La oscuridad falló,la oscuridad murió,yo la maté.
No puedo describir la sensación de ver a Sally gritando y revolviéndose para que la dejáramos en paz,enfrentada con la sensación de paz que me transmistía aquella hermosa muchacha...pero al final,mis instintos naturales me hicieron ser el despreciable ser que soy,fuí y seré.
-Tienes razón-me djo Max sonriendo-comienza el show.
Max se quitó el cinturón y le ató las manos al cabecero de la cama.
Yo cada vez estaba mas excitado ante sus gritos y su desoladora mirada
Max la tapó la boca con la mano,la arrancó la ropa y se quitó con urgencia sus pantalones.Se la folló como un jodido animal.
-Tiene un buen polvo Jamie,así que déjela visible para luego.Ya tenemos nueva mascota-me dijo al terminar.
Sally había dejado de gritar.
-¿Ya te rindes,pequeña?-la pregunté mientras acariciaba sus hombros.Puse mi boca en su cuello,y pese a lo mucho que me apetecía arrancarle la garganta de un solo mordisco,solo se lo besé y noté cómo se excitaba y se le ponían duros los sonrosados pezones.
La desaté,sabía que no iría a ninguna parte.Tenía las muñecas rojas y los brazos muertos.
La miré a los ojos,ella también lo hizo (¡jodida puta!)y yo también me la follé como si fuera la última mujer en el mundo.

Abandonamos el motel ayudando a nuestra muñeca de trapo a andar.
Para aquel entonces,Sally ya se había hecho con mi corazón y lo había arañado hasta destrozarlo por completo.Ella llevaba las uñas rojas,se las pintaba con mis sangre.

Malditos bastardos enfermos, ya soy demasiado mayor para esto. ¿Pero que diablos puedo hacer yo, un pobre diablo sin cuernos ni rabo al que a nadie le importa una mierda y estos dos, no dudarían ni en maldito segundo en arrancarme las entrañas por la boca, de hecho, estoy seguro de que si no fuera por el Sr. Thorton, ya lo habrían hecho hace mucho tiempo. Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que vinieron por aquí, hará cosa de tres años, con aquella chica de porcelana, Sonia, la hija pequeña de los Sullivan. El Sr. Thorton ya se había encargado con su sutileza habitual, de hacerme saber que aquellos dos tenían entradas en primera fila para toda la temporada, así que poco pude hacer… maldita sea, debí haberles volado la cabeza en aquel mismo instante, cuántas lágrimas le habría ahorrado al mundo, cuantos gritos silenciosos de desesperación. No lo hice, no pude, no tuve valor.

¿Y que hago en lugar de eso?, les invito a beber. Una puta botella de Whisky. A saber las maldades que le estarán haciendo a esa pobre chica, dudo mucho que vuelva a ver las estrellas. – murmuraba el viejo Wallenstein mientras le sacaba brillo a la vieja escopeta que siempre guardaba detrás del mostrador, pues hubo un tiempo en que Sunshine no fue un lugar tan tranquilo para vivir, antes de la llegada de Thorton, las cosas estaban bastante feas, la muerte acechaba en cada esquina y cada pensamiento podía ser el último. En aquella época, Wallestein, libre aun de la correa de cuero que hoy le apretaba la garganta, era un tipo bien distinto y no dudaba en utilizar su escoba de fuego cuando la situación lo requería. Alguna que otra alimaña podría dar buena cuenta de ello si no hubiera sido ya devorada por los gusanos, en Sunshine, todo se lo comen los gusanos tarde o temprano.

El viejo dejó la escopeta, ahora brillante, en su sitio y cogió una botella de Whisky Shark, la marca favorita del Sr. Thorton y por supuesto, de sus perros de presa, que lo esperaban con ansia cual macabro ritual, antes de dedicarle toda la atención a su víctima. Los gritos jamás hacían acto de presencia en el motel hasta que tenían su botella de Shark.

Wallestein subió la escalera hasta el tercer piso y picó a la puerta de la habitación nº13, la mismísima puerta del averno. James abrió, y sin mediar palabra alguna cogió la botella y volvió a cerrar el portal que separaba el infierno del mundo de los vivos. Wallestein como en otras tantas ocasiones, se quedó allí plantado, con la oreja pegada a la puerta. Los gritos no tardaron en quitarse la mordaza y comenzar su macabra sinfonía de terror y con cada uno de ellos, afilado como la arista de un cristal roto, se le desgarraba un pedacito de alma. El anciano lloró en silencio mientras apoyaba todo el peso de su culpa sobre la puerta.

Al final del pasillo, una grotesca silueta parecía observar la escena. Wallestein percibió su presencia y miró hacia ella. Era el inquilino de la 19, un tipo gordo, no, obeso, que llevaba hospedado un par de días y que desde entonces, aun no había salido de la habitación. La visión fue esperpéntica, el obeso (Wallestein no recordaba su nombre) permaneció allí unos pocos segundos, mirándole fijamente. Estaba totalmente desnudo y tenía las manos y la cara manchadas de algo que parecía sangre. Tampoco medió palabra ni sonido alguno, volvió a meterse en la habitación y cerró la puerta de un portazo. - ¿es que no hay nadie normal en este maldito pueblo? – se preguntó el viejo diablo, quien harto ya de flagelarse con los gritos de Sally, decidió volver a esconder el rabo que no tenía, detrás del mostrador.

Dos horas después, los perros y la carnaza bajaron por las escaleras. El rostro de la muchacha reflejaba claramente toda una eternidad de dolor, el de ellos no reflejaba nada, pues no tenían reflejo. Sin ni siquiera dedicarle una mirada al viejo, salieron por la puerta camino de aquella diabólica furgoneta suya. Wallestein, acarició la escopeta, acarició la tentación mientras con la otra mano removía una taza de leche caliente con miel, le encantaba la miel. Todo quedó en caricias, no llegó a más. No pudo, no era el momento. Nunca lo era. Nunca lo sería.

Tres eternos minutos pasaron, sonó el teléfono.

Ring ring (¿cómo puede seguir sonando el móvil si está practicamente destrozado?)
...y ahora el puto Sr. Thorton llamando...
-Sr. Thorton!¿Qué puedo hacer por usted?
-Jamie hijo,dime que no habéis sido vosotros los que habáis dejado a Sally O´Connor destrozada cerca del viejo cementerio Haddonfiled
-¿Sally?,jefe,si me deja explicarlo...
-No me puedo creer lo descerebrados que sois.Estoy hasta los cojones de vuestras juergas,yo no soy vuestra puta madre,para tener que limpiaros la mierda del culo cada poco!!
-Créame jefe,esta vez yo no tengo nada que ver
-Mas te vale James,mas te vale.Sally es la única que podía darme una pista sobre donde está mi hijo.
-¿Su hijo?¿Mike o Tony?
-Tony,ha desaparecido hace tres días y parece que se lo ha tragado la maldita tierra.Sally era la muñeca con la que salía ultimamente.No consigo localizar a Max,así que encuéntrale,por tu vida James,encuéntrale.Tú ya me has dicho que no tienes nada que ver,y juro por dios que te creo,nunca me has mentido,pero si descubro que no es así,puedes apostar que vas a desear que te arranquen la piel a tiras con un cuchillo oxidado antes de enfrentarte a mi...Si Max tiene algo que ver,serás tú quien le pegue el tiro de gracia,¿me he explicado?
-Cla...Claro Sr. Thorton.Yo ví a Sally,la conocí,pero no sabía que era la chica de Tony,y mucho menos que él había desaparecido.No se preocupe,encontraré a Max.
-Mike está llegando a Sunshine.Si no encontramos a Tony y él descubre que alguno de los dos ha sido el responsable de lo que le ha sucedido a Sally,sois hombres muertos.Bien sabe dios que esa jodida bailarina no era mas que un entretenimiento para Tony,pero por algún extraño motivo,él se había encaprichado.
-Jefe,haré lo que pueda.

Cuelga ya jodido bastardo,cuelga ya viejo... me arde la garganta y tengo dificultad para respirar.Las palabras de Thorton han sido como un cutter cortándome la piel,llegando a la blanda carne,delineando la angustia.Un corte magistral.
Me cuesta procesar toda esta súbita información.Max,nos acabas de matar a los dos,¿Dónde estás,socio? Te necesito mas que nunca.La ira de Sunshine nos va a atravesar el corazón,mi ira te va a destrozar lentamente.

Si Mike está cerca de Sunshine,esta cuidad no volverá a escuchar ni una sola risa,estoy seguro de que si Satán se encontrara con Mike,le cedería educadamente el asiento.

Cuando terminamos de degustar a Sally en el Wallestein,yo le dije a Max que quería a la chica para mi,él solo se rió.Yo no volví a ver nunca mas a Sally,la ilusión encendida de una vida apagada.

Llegamos con la furgoneta a la autopista norte y allí ,cerca de la salida hacia Brokenport,recogimos los paquetes que habían dejado para el Sr. Thorton, en una caseta habilitada para tal efecto.
Sally no abrió la boca en todo el trayecto,no estaba con nosotros,estaba en la cuidad de la irrealidad,nosotros le  dimos la nacionalidad de la cuidad del pecado,pero,claramente,ella quería ser deportada.
Cuando estaba cargando las cajas,recibí la llamada del Sr. Thorton para otro encargo.Cogimos la furgoneta y conduje hasta mi casa,mirando cada tres segundos por el retrovisor a la bella y enigmática Sally,rezando para que ella me devolviera la mirada y sentirla de nuevo dentro de mi.

Cerca de mi casa,tenía aparcado el Mustang y con él me fui a hacerle el trabajo al viejo.No tenía que decirle nada a Max,había un código inquebrantable entre nosotros,él sabía que no debía tocar a Sally nunca mas ,que ella ya tenía dueño.
Antes de meterme en el coche,les vi alejarse,se alejó la razón,se alejó tanto que me arropé con el oscuro manto de la agonía.

Sally estaba muerta.El universo lloró y en sus lágrimas limpié mi conciencia.

                -Y no habrá lugar para los vivos
                -Y la ausencia será la palabra
                -Y las madres no volverán a parir
                -Y la tristeza alumbrará el camino
                -Y la ira lo aniquilará todo.

Comenzaba a oscurecer, incluso el arrogante sol de Sunshine estaba sujeto a las reglas de la naturaleza y James, pisó a fondo su viejo mustang, la idea de dejar a Sally a solas con Max, le perturbaba. El trabajo no era complicado, la cabaña del viejo Cooper, no estaba a mas de diez minutos en coche. Cooper era un militar retirado, un tipo huraño y solitario que no sentía precisamente apego por la raza humana, a saber que sucios negocios se llevarían entre manos él y Thorton, pero bueno, no era asunto suyo, era un tema ajeno y James, lo único que quería era lo suyo, en este caso, cumplir el encargo de su benefactor, que no era otro que recoger un sobre (lleno de dinero manchado de sangre, sin duda) y acercárselo a Thorton a su esplendida mansión por la mañana.

Mientras conducía, no podía quitarse de la cabeza la imagen de Sally, aquella muchacha le había robado la poca razón que le quedaba y dentro de su enfermiza mente, se dibujaban historias imposibles donde aparecían los dos juntos, lejos de Sunshine, lejos del irradiante calor de las llamas del infierno. Iluso. Él bien lo sabía, sabía que una vez entras en la espiral, ya no hay salida posible y ésta, se hace mas y mas estrecha hasta que termina por asfixiarte por completo en una muerte lenta y agónica, ¿lo peor de todo? Lo peor de todo es que una vez muerto, intentas seguir viviendo, aunque ya no estés vivo.

Lo que pasó en la cabaña no tuvo relevancia. James cogió el sobre y apenas intercambió una mirada con Cooper, nada fuera de lo habitual. De regreso a casa de Max, James, haciendo gala de su nefasta capacidad para tomar buenas decisiones (por muy calculador que pudiese parecer a ojos ajenos), decidió acercarse a La Eternidad para ablandar un poco sus doloridos músculos con una buena botella de Shark y así de paso, recoger el coche de Sally, no es que el Sheriff Ortega y su panda de inútiles fueran a indagar mucho en el asunto, pero lo de dejar cabos sueltos, no era algo que fuera con él y prefirió cubrirse las espaldas haciendo desaparecer el vehículo, su destino, las profundidades del lago, igual que tantos otros que yacían en las profundidades pasto de los peces y a saber de que otras criaturas, pues los mas viejos del lugar, siempre habían contado extrañas y dantescas  historias sobre unos diabólicos seres que emanaban del lago las noches de luna llena en busca de alimento, en busca de carne humana. Algo extraño, lo de la luna llena, pues en Sunshine, la luna, rara vez se mostraba completamente desnuda.

La Eternidad estaba repleta, como todas las noches a aquella misma hora. La oscuridad ya se había adueñado de todo, lo había abrazado todo y todas las almas atormentadas del lugar (que no eran pocas), decidían aparcar sus miserables vidas por un instante en compañía de una botella de whisky. James, poseedor de la mas atormentada de todas, se acercó a la barra y le pidió un trago a Terry, -deja la botella- le dijo. Así hizo. El tiempo es relativo en la eternidad y ésta, puede llegar a ser muy adictiva. Sin darse cuenta, habían pasado más de dos horas de su llegada y sus sentidos, estaban ya algo nublados por los efectos del alcohol. – Otra botella,preciosa- le exigió a Terry con evidente mala educación y marcado tono grosero. La cogió y se alejó de la barra con ésta en una mano y su sombrero de cowboy en la otra.

Dicen que el camino se hace al andar y dejándose guiar por sus pies, se acercó hasta una de las pocas mesas donde aun quedaban sillas libres, en ella, un tipo bebía solo. -¿te importa si me siento,amigo?- preguntó James, aunque en realidad no era una pregunta, se habría sentado de todos modos, y una negativa, una mala mirada por parte del desconocido, habría terminado con sus sesos esparcidos sobre la mesa. Se sentó. El pobre desgraciado a quien le había tocado la lotería del destino, también intimaba con el alcohol, en este caso, con una enorme jarra de cerveza. - ¿cerveza?- preguntó de nuevo James- eso es de maricones joder- apartó la jarra de un manotazo con tal fuerza que esta se estrelló contra el suelo rompiéndose en mil pedazos, en mil recuerdos olvidados. Le sirvió whisky en su vaso y se lo ofreció, él se quedó la botella. – bebe conmigo socio, no me hagas repetírtelo, no me gusta beber solo- así hizo el extraño. Mientras Lucy, la hija pequeña de Terry y camarera de La Eternidad a tiempo parcial, recogía con sumo cuidado todos los recuerdos, rezando a sus dioses para que James no se percatara de su presencia. En aquel momento, sus súplicas fueron escuchadas y atendidas, pero no olvidemos que todos los dioses son la misma mierda y en un momento u otro, terminan por abandonarnos a nuestra suerte.

James estuvo vomitando sentimientos en el diván durante más de una hora ante la supuesta atenta mirada del desconocido, quien todavía no había osado llevarse el chupito de Shark a la boca. Su embriagado socio de circunstancias, divagaba una y otra vez sobre su musa, sobre cuanto se había enamorado de ella, amor a primera vista y demás banalidades mundanas e irracionales. Parecía un patético pelele.

Con la última gota de Whisky, con el último aliento de vida de aquella vieja y polvorienta botella, James tuvo un momento de claridad y recordó el por qué de su presencia en el lugar. El coche de Sally. Fue justamente en ese instante, justo antes de levantarse de la silla y despedirse con alguna gloriosa frase de su basto repertorio de genialidades, cuando algo llamó su atención. Una de las lámparas de local, una de las flamantes nuevas lámparas del local que “amablemente” había financiado el señor Thorton por amor a sus conciudadanos, justamente la que estaba encima del extraño, comenzó a jugar a esconder mientras emitía un molesto pero discreto zumbido. En su interior, revoloteaban tres polillas, totalmente ajenas al horror que yacía sentado a sus pies. James se levantó y acercó la mano hasta la lámpara, quemándose los dedos al contacto –Mierda! –exclamó visiblemente molesto mientras se chupaba los dedos para calmar el quemazón. – ven aquí Lucy, tito James se ha hecho pupa y agarró fuertemente a la asustada chica por la cintura, introduciendo los dedos en su boca, -chupa, no me hagas repetírtelo- Lucy obedeció. De no haberlo hecho, se habría despertado con un feo moratón a la mañana siguiente. – buena chica, buena chica… no entiendo por que tú y yo no nos hemos conocido un poquito mejor en todo este tiempo. Lo siento, ya has perdido la oportunidad de probar “al hombre”, pues éste ya tiene dueña (en clara alusión a Sally).

James salió del local y se dirigió a la parte de atrás donde seguía aparcado el coche de su “enamorada”. Introdujo las llaves que previamente le había quitado a Sally y arrancó mientras desde el interior del local, el desconocido no le quitaba ojo desde detrás del cristal. Cuando el coche fue engullido con gula por la siniestra noche, éste se levantó sobre hombros de gigante y dedicándole una última mirada a Lucy, abandonó la eternidad para adentrarse en las entrañas de la noche. – la noche es joven- pensó, él también, pues para entonces, aun no había muerto ni una vez.

ALICIA MISSTERROR Y NANDO EL RECTOR


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